Soluciones radicales

¿Qué deberes se pueden exigir a alguien que no tiene prácticamente ningún derecho? Cuanto más se agrave la situación de los manteros en Barcelona, más radical deberá ser la respuesta del Ayuntamiento. Pero 'radical' se puede entender de muchas maneras. Para simplificarlo, podemos decir que hay dos soluciones, la fácil y la difícil. La fácil es la que probablemente quisieran los comerciantes que ayer se quejaban (no sin parte de razón): la aplicación de la Ordenanza de Civismo y que la policía actúe sin contemplaciones, que las calles queden libres de comercio furtivo y, si es necesario, que los manteros pasen a disposición judicial. Se sabe por experiencia, sin embargo, que esto no soluciona nada a medio plazo, porque inmigrantes a punto de hacer de manteros siempre los habrá. La prueba está en las calles estos días: cuanto más aumentan los visitantes, más oferta en el 'top manta'.

La solución radical difícil significa ir a la raíz del conflicto, y no puede ser solo policial. En primer lugar, por ejemplo, hay que preguntarse por qué todos los manteros venden falsificaciones -un problema que parece que queda en segundo plano-, después investigar de dónde salen estos productos y quiénes son los distribuidores que se enriquecen con ellos. Los manteros mantienen a menudo que ellos no trabajan con mafias, que sus productos son comprados legalmente en los polígonos de Badalona, pero eso no quita que casi siempre se trata de falsificaciones.

En los últimos años, los Mossos han hecho actuaciones contra organizaciones dedicadas a la falsificación, sobre todo en la zona de La Jonquera: hay que suponer que hay un trabajo de fondo para encontrar el origen y el destino de estas falsificaciones. Ya puestos, también sería un gesto radical que se empezara a sancionar al comprador de la venta ilegal.

EL MODELO DE CIUDAD

El problema del 'top manta' hace años que se arrastra -Alejandro G. Iñárritu ya lo sacaba en su película 'Biutiful', del 2010-. Ni con Jordi Hereu ni con Xavier Trias como alcaldes se resolvió. Si ahora parece que se ha desmadrado, hay que verlo también como una consecuencia de los tiempos que vivimos. Los conflictos rebuscados surgen de situaciones complejas, y al final está también el modelo de ciudad que Barcelona propone desde hace años. Sin necesidad de hacer un agravio comparativo, quizá el número de manteros crece en proporción al número de comercios del centro dedicados a los suvenires y al mercadeo turístico, o quizá crece en comparación a la cantidad de espacio público dedicado también a satisfacer a la Barcelona del turismo masivo. Tantas seseras, tantas monteras.

La solución también pasa por escuchar a todos los perjudicados, comerciantes y manteros. Hace unos meses se creó el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes de Barcelona. Además de denunciar que la Guardia Urbana los utiliza para ir contra el Ayuntamiento de Ada Colau, ofrecían soluciones como la creación de mercados fijos o ambulantes, con unos horarios establecidos, y el pago de permisos de venta. Por algún sitio hay que empezar.