¿Solo Luis Enrique?
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
El Barça ha tenido la sensación en las últimas semanas de volver a los tiempos del Tata Martino, sin juego ni resultados.. Por ello algún ayatolá de la radio –que trata con la misma frivolidad el fútbol que la política- se ha atrevido a invocar el pasado madridista de Luis Enrique en el momento de su despedida. Se olvidó el charlatán de que el miércoles dijo adiós el que todavía tiene el mejor registro en el banquillo azulgrana: ocho títulos de diez posibles que pueden acabar siendo once de trece. El drama de Luis Enrique es que no tiene glamur, no cena con la elite periodística ni tiene un asistente para alimentar a los plumillas. La casta tribunera –que también existe en el estadio- tiende a olvidar lo que a la junta le gusta obviar. Pero lo cierto es que en la última década, el club ha tenido más acierto con los entrenadores que con los presidentes y más calma en el vestuario que en las juntas. Cuatro (Rijkaard, Guardiola, Tito y Luis Enrique) de los últimos cinco entrenadores que ha tenido el Barça le han dado a los culés lo que antes solo les había dado Cruyff: títulos y, sobretodo, calidad de juego. No todos contaron con Messi en su momento de máximo esplendor pero todos, excepto el Tata, supieron acompasar al mejor futbolista de la historia con sus compañeros de generación: Puyol, Xavi, Busquets, Iniesta, Piqué, etc.
En las últimas semanas, ese Barça ha dejado de emocionar a la gradería. El aficionado azulgrana es de los que prefiere honra sin barcos antes que barcos sin honra. Y eso no va a cambiar ni siquiera si el miércoles se produce el milagro en el que algunos creemos. Por eso Luis Enrique ha decidido dar el primer paso en la catarsis que ha de venir. Algunos quieren limitar el debate al nombre del sucesor. No basta. Adormecido por la grandeza de Messi y encharcados en el lodazal del fichaje de Neymar, el club ha fallado simultáneamente en dos aspectos fundamentales: la cantera y los fichajes. El famoso círculo virtuoso de Laporta, Ingla y Soriano se basó precisamente en alinear esos dos elementos: máxima rentabilidad de la Masia y mínima inversión en fichajes con amortizaciones exigentes. Ahora ni una cosa ni otra. Y eso no se arregla cambiando solo de entrenador.
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