La soledad de los actores

Consulto en internet la cartelera de cine de la ciudad en la que actuaré por la noche. Me quedan unas horas por delante antes de la función y me apetece emplearlas en la aventura de ver una película de la que apenas si tengo referencia alguna. A veces prefiero no saber nada porque si leo las sinopsis que se publican, los argumentos me parecen poco estimulantes y desisto.

Localizo la web y observo que un par de páginas de más abajo, y a modo de titular, dice que en este mismo cine se encontró el cuerpo de una mujer después de llevar varios días muerta en una escalera de emergencia. Nadie se había percatado de su presencia, y lo que es peor, de su ausencia. Nadie había denunciado su desaparición, seguramente porque formaba parte de una de esas personas de cada 10 que vive completamente sola en España. Como ella, cuatro millones y medio viven consigo mismas, de las cuales muchas no tienen ningún familiar a quién acudir.

Hoy, en el restaurante donde he almorzado, había cinco mesas ocupadas por una persona. Me he fijado en ellas: algunas comían con la mirada refugiada en el plato. Yo suelo ojear las páginas del diario local, cuyas noticias apenas me conciernen. De gira, cuando no como con mis compañeros de fatigas, lo hago solo, un hecho cotidiano al que con los años le he encontrado cierto placer.

Me viene a la memoria aquella imagen, en una noche de invierno, al entrar en un restaurante vacío y de medio pelo para preguntar una dirección, que descubrí comiendo solo en un rincón a Fabio Testi, aquel galán de cine que trabajó con el gran Vittorio de Sica y que fue decayendo profesionalmente hasta llegar a participar en un 'Gran hermano VIP'.

La persona que me acompañaba se quedó impresionada al ver al actor comiendo a solas y en un lugar tan triste. Como si los actores no pudieran comer solos. Y es que la soledad es algo común a todos y ante ella todos somos iguales. No olvidemos que nacemos solos, vivimos solos y morimos solos, y solo a través de nuestro amor y amistad podemos crear la ilusión, por un momento, de que no lo estamos.