La situación política catalana

Solamente independentistas

El 'full de ruta' soberanista lo pone fácil a quienes ya lo son, pero moviliza a adversarios y aleja a indecisos

XAVIER ARBÓS

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Al igual que la penúltima edición del programa .Catel proceso hacia la secesión de Catalunya parece pensado solo para independentistas. Las personas que en el plató de TV-3 representaban a  CDC, ERC y las CUP dijeron claramente que la independencia podía ponerse en marcha con una mayoría de diputados del Parlament surgido de las elecciones del 27 de septiembre. Para esas personas, no hace falta ni una mayoría cualificada de escaños, ni una mayoría de votos favorables a los partidos que anunciasen en el programa electoral la voluntad de proceder unilateralmente a la secesión.

Esta posición me parece preocupante, porque menosprecia la importancia de la legitimidad democrática. Y, en esta medida, perjudica la credibilidad internacional del proceso. En todo caso, no facilita la formación del consenso que debería tener la futura Constitución de la República catalana. Creo que si nos fijamos en el full de ruta del 30 de marzo llegaremos a esta conclusión.

El punto de partida previo es la consideración de las elecciones del 27 de septiembre como «plebiscitarias». Es decir, equivalentes a un referéndum. Una institución tan poco sospechosa de unionismo como el Pacte Nacional pel Dret a Decidir rehusó darles este carácter, como informaba este diario el 7 de marzo. Quien esté dispuesto a ignorar la mayoría de votos contrarios si no le cuadra con la mayoría de escaños favorables, no puede pretender que todo el mundo se trague que unas elecciones al Parlament valen como un referéndum.

Y lo curioso es que en el full de ruta se prevé un referéndum. Pero no sobre la independencia, sino para ratificar la Constitución de la nueva República catalana. Para este referéndum es indiferente que el Estado español lo autorice o no. Los firmantes del full de ruta lo ven viable. Pues si este lo es, también debería serlo un referéndum previo sobre la independencia. Si se hiciera, quedaría clara la voluntad del pueblo de Catalunya. Un sí daría un mejor fundamento a la futura Constitución, y un no. Pero parece que este referéndum sobre la independencia que tanto se reclamó a Madrid los firmantes del full de ruta no quieren hacerlo. Se ven en condiciones de organizar uno sobre la Constitución, eso sí.

Los constitucionalistas nos ocupamos de lo que dicen las constituciones, pero también nos interesamos mucho por las condiciones en las que se elaboran. Más que de la magia de las palabras o del rigor técnico de la redacción, la eficacia del texto de una constitución depende de la fuerza del consenso que la forjó. Sin este pacto político inicial, la Constitución española hubiera tenido una vida bastante más complicada. La inédita duración del texto de 1978, y su estabilidad, tienen algo que ver con las actitudes integradoras de quienes hicieron posible un país nuevo y más democrático.

Los que proponen la independencia quieren también, y tienen todo el derecho a ello, un país nuevo y diferente. En el párrafo primero del full de ruta se nos habla de un «proceso de transición democrática». Ahora imaginemos que el 28 de septiembre, teniendo en contra a los partidos que representan la mayoría de los votantes, 68 diputados del Parlament de Catalunya empiezan la secesión. No es probable que la mayoría ciudadana no independentista admita pasivamente que, contra su criterio pero en su nombre, alguien se pasee por Europa diciendo que tiene un mandato «democrático» para hacer la independencia. Ninguna cita de Allen Buchanan, Wayne Norman o Jason Søren será suficiente para calmar los espíritus.

No sé de ningún líder independentista que haya proclamado que el proceso a la independencia solo lo puede poner en marcha una mayoría parlamentaria que cuente con una mayoría de votos, y que debe ser ratificado por un referéndum sobre la independencia. Desde mi ignorancia, no sé si existe esa persona. Oigo muchas voces a favor de incorporar a formaciones políticas que aún no han firmado el full de ruta. No me llega ninguna dispuesta a modificar al alza la única condición que se imponen los firmantes por comenzar la secesión: la mayoría parlamentaria. En todo caso, por ahora el proceso me parece pensado solo para independentistas. Quizá lo pone fácil a los que ya lo son, pero moviliza a los adversarios y aleja a los indecisos.

El Gobierno del PP ha sido irresponsablemente pasivo en el plano político, y ha utilizado los instrumentos jurídicos a su alcance sin gran finura. He defendido, como otros, que era posible un referéndum consultivo legal sobre la independencia de Catalunya. He alabado, en Barcelona y Madrid, la solución escocesa. Ahora bien, que en Madrid lo hayan hecho mal no creo que justifique que aquí las cosas se hagan de cualquier manera.