LA CORTINA DE HUMO

Sobredosis de vacío

Ir a votar con la sensación de haber sido engañado acostumbra a tener consecuencias impredecibles

TONI AIRA

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Cuando se pasan las dosis justas, hay grandes cosas que se tornan contraproducentes. Por ejemplo, es evidente que necesitamos quien nos gobierne. Aquí y en cualquier parte del mundo. Un gobierno es sinónimo de la gestión del bien común y de mucho más. Pero igual que es nocivo un exceso de gobierno, de uno que todo lo controla y quiere gestionar, también lo es su ausencia en los debates y problemas de fondo que afronta un país. Ha pasado y sigue en ello el Ejecutivo de un Mariano Rajoy que ahora en lógica preelectoral tapa con propaganda y mucha gesticulación un vacío de gestión mínimamente útil frente al debate catalán. Porque aquí en Catalunya ahora no hay gobierno (más que en funciones), pero en Madrid, habiéndolo, parece ir de la mano de un gran vacío político.

Rajoy todo lo rebota al estamento judicial. A él lo fía todo para no actuar como se espera de un gobernante frente a lo que ha asumido él mismo como el gran desafío del momento para su país. Queda claro, pues, que se puede tener gobierno pero no política. Aunque, a su vez, tener la política todo el día sobre el tapete, en la mayoría de los debates, en las tertulias, en los informativos, aquí y allá, puede perfectamente no aportar más que hastío a los ciudadanos, si nada de ello se acompaña de hechos y básicamente ofrece un gran vacío de resultados. En Catalunya eso también está pasando.

A un Gobierno en Madrid vacío de política útil para Catalunya, se contrapone aquí un Parlament con una mayoría absoluta independentista encallada cuando más nos habían dicho que iba a apretar el acelerador. Ahora Madrid nos regala básicamente una sobredosis de campaña a ver quién tiene más larga la bandera española. ¿Lo han hecho hasta hace nada los partidos independentistas con la catalana? ¿Iba realmente de eso la campaña del 27-S? Es evidente que no, pero es una lástima que alguien lo pueda pensar. Que se pueda captar que unos y otros nos ofrecen grandes dosis de fuegos artificiales como preludio de un gran silencio, de un gran vacío.

Los vacíos en política siempre hay alguien que los acaba llenando. Y pasará en las próximas semanas y meses que aquello que no cubran los políticos con hechos se verán obligados a hacerlo los ciudadanos con votos. En Catalunya también. Con un riesgo añadido: ir a votar con la sensación de haber sido engañado acostumbra a tener consecuencias impredecibles, no siempre sinónimo de solucionar nada.