La clave

«Sobre todo, no queremos»

ALBERT SÁEZ

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La distancia entre el escenario político y la tramoya es cada día más reducida en este arranque del siglo XXI. Las redes sociales y la hiperexposición a los medios tradicionales hacen cada día más vulnerables a los líderes. Algunos se defienden envueltos en la solemnidad de los acontecimientos históricos, como el president Mas. Otros se ocultan tras el plasma o la ley inmutable, como Rajoy. Pero cuando la tensión se dispara es más difícil mantener el control. Más que en un choque de trenes estamos en una guerra de nervios en la que se entremezclan, aquí y allí, los grandes principios y los pequeños detalles. Y el diablo siempre está en esos pequeños detalles.

El presidente Rajoy nunca improvisa, siempre que puede evita las ruedas de prensa y las entrevistas. Lee sus discursos y casi nunca se equivoca. Por eso sorprende que el sábado, en la intimidad de masas de un acto de partido colgado en la red, dijera respecto a la posibilidad de autorizar la consulta en Catalunya: «Ni podemos ni queremos, pero sobre todo, no queremos». Correrán ríos de tinta antes de saber si fue un lapsus voluntario o involuntario.

¿Llega la política?

Fuera lo que fuera, tomémosle la palabra. Es un punto de inflexión. Hasta el sábado, el asunto era jurídico. No se puede, nadie ni nunca. Ahora es político. No se quiere, su Gobierno y ahora. Una posición legítima, sea por motivos ideológicos o tácticos. Eso no importa. Pero una posición más razonable. Quizás Rajoy no se equivocó. Quizás solo se adelantó a sus propios pasos.

En esta guerra de nervios, Rajoy no es el único que comete errores. Ahí está el president Mas que a la pregunta de Mònica Terribas «¿Está usted limpio de corrupción?» Respondió: «Yo creo que sí». Hay cosas que además de creerlas, es mejor saberlas con total seguridad. No son los únicos, también se les fue la mano a los alcaldes en el Palau de la Generalitat que al entregar unas mociones a favor de la consulta, acabaron pidiendo la independencia. No son los únicos, le pasa a más gente. O el director de la Policía Nacional que se marcó una fiesta del patrón lanzando una opa a los Mossos, una actitud ciertamente muy poco angelical.