La rueda

Soberanismo yihadista

El islamismo radical en casa es lo bastante grave como para lanzar basura electoralista

OLGA MERINO

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Mi amigo Josep me envía por Whatsapp una viñeta con mucha guindilla firmada por un ilustrador llamado Shaun. Muestra el dibujo a la virgen de Montserrat, la Moreneta, detenida a punta de metralleta por dos mossos, mientras un tercero pide por walkie-talkie que le pongan con el ministro del Interior porque sospecha que la talla románica no es sino una «yihadista catalana», una «mora con velo»; en el bocadillo inferior, el agente agrega: «Parece que tiene un rehén (el niño sobre el regazo) y una bomba (la bola del mundo que sostiene la imagen en la mano derecha)». Suerte que existe el humor como válvula de escape salvífica para expulsar el vapor de la doctrina, según la cual los independentistas estarían lanzando la caña entre el islamismo radical con el fin de ganar adeptos, socios útiles para pirarse de España. Otra de esas mezclas sulfurosas, como lo del 11-M con la pólvora de ETA.

El asunto -el yihadismo en casa- es lo bastante grave como para banalizarlo y echar al viento basura electoralista. Lo que se necesita es inteligencia, mano dura cuando convenga -sin demonizar a la comunidad islámica, cabal en su mayoría- y sobre todo respuestas. ¿Es la pobreza el fracaso de la integración? O cómo se explica que entre la célula salafista desarticulada haya conversos con apellidos tan españoles como Martínez. ¿Se esconde la fisura en el relativismo occidental, donde ya no existe nada sagrado? Y que expliquen por qué EEUU, la UE y España le siguen haciendo la rosca a Arabia Saudí, principal impulsora del wahabismo, una ideología incompatible con los valores democráticos.

El mes que viene visita el CCCB el periodista Patrick Cockburn, gran conocedor de Oriente Próximo y del fenómeno ISIS. Tal vez al ministro le convendría darse una vuelta por la conferencia. O rezar a la Moreneta, pedirle sentido común para solventar el problema del siglo.