ANÁLISIS

Siria: ¿Algún camino hacia la paz?

RAFAEL VILASANJUAN

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Basta la imagen de los refugiados en tránsito para recordar la insoportable situación en Siria ¿Quién les persigue? A medida que los testimonios definen el infierno, se hace mas difícil entender esta guerra. El país vive atrapado en una confrontación sangrienta donde se van incorporando nuevos actores multiplicando los frentes. EEUU bombardea posiciones del Estado Islámico (EI), Turquía se encarga de limitar la capacidad ofensiva de los kurdos, que a su vez pelean contra la expansión del califato. Ahora Rusia ha empezado a bombardear a los enemigos del régimen de Bashar el Asad, apuntando a grupos rebeldes que financia Occidente, no tanto a zonas que controla el EI.

En esta guerra delegada a potencias extranjeras, sorprende que las principales fuerzas internas apenas luchen entre ellas. Ni el Estado Islámico tiene como principal objetivo a las fuerzas de Asad, ni el dictador ataca de frente a las milicias radicales. Unos quieren conquistar Bagdad, otros mantener Damasco. Mientras no se ataquen, ambos ganan. El desastre está precisamente ahí, porque unos y otros siguen matando, pero no entre ellos. Las víctimas son hombres, mujeres y niños que ven como sus aldeas y pueblos se convierten en un infierno de dolor. El resto lo conocemos; antes de ser violados, torturados o reclutados por unos y otros, intentan huir. Algunos llegan a Europa, otros están a las puertas y muchos esperan en países vecinos. Pero la situación de la que huyen, lejos de estabilizarse, es cada vez mas complicada.

SIN PRIORIDADES

Ni un solo refugiado confía en volver algún día. Es imposible encontrar un solo testimonio en este sentido. El objetivo de acogerlos debería conllevar un compromiso para estabilizar un país al que puedan regresar para reconstruirlo, pero lejos de eso proliferan las intervenciones desde el aire sin establecer acuerdos, ni definir prioridades.

¿Por dónde empezar? Sin duda el objetivo debería ser acabar con la violencia. Con toda. Pero para alcanzar lo ideal hay que conocer lo real. Y la realidad apunta a que si no se avanza otra alternativa, cualquier solución política se aleja con la estrategia actual de contener a las partes bombardeándolas. El resultado son más víctimas inocentes. No vemos el día a día de lo que ocurre con esos bombardeos, porque cada vez quedan menos testigos en el corazón del infierno, pero basta comprobar lo que ha ocurrido este fin de semana en el hospital de Médicos Sin Fronteras en Afganistán, bombardeado por las fuerzas de la OTAN, para comprobar que desde el aire las guerras son incapaces de distinguir a los inocentes y hasta los ejércitos que esgrimen la ley y el orden se convierten en criminales.

Ya que por ahí no avanzamos hay que intuir otro camino que, aunque no haga frente a todo, empiece a establecer prioridades. Para empezar ¿Se puede acabar con el Estado Islámico? Con un cambio de criterios es posible. Hay que empezar por quitarle la legitimidad adquirida entre la comunidad sunita iraquí, un grupo desestructurado y en tierra hostil desde la caída de Sadam Husein que ha hecho del EI su referente. De ahí el éxito; de ahí también la necesidad de implicar a países árabes en la ecuación de salida y en recabar su apoyo para empujar al EI y aislarlo en Irak. Esa es la batalla. Encerrados en Irak, donde mantienen la capital del califato, será mas fácil hacerles frente y en Siria se podrá plantear la salida de Bachar el Asad. Mientras no se consiga, el horizonte hacia la paz seguirá estando más lejano y el camino será mucho mas incierto que el que forzosamente conduce ahora hasta Europa.