Editorial

La sintonía de Puigdemont y Colau

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La reunión que ayer mantuvieron el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, puede ser calificada sin duda de éxito. En estos tiempos revueltos de dudas, desconfianzas y trincheras, las autoridades catalana y barcelonesa han encontrado un terreno de colaboración en proyectos concretos y mostrado una prometedora buena sintonía. No hemos de olvidar que durante décadas, la Generalitat y el Ayuntamiento de la capital catalana han simbolizado dos formas de ver el país, en pugna constante. Sin duda, Jordi Pujol y Pasqual Maragall fueron los exponentes de esos tiempos pasados. Para lo bueno y para lo malo.

Hoy el presidente, militante de una Convergència en fase de reivención, y la alcaldesa, impulsora de un proyecto de izquierda alternativa, han encontrado espacio para colaborar. Acordar la financiación del metro a la Zona Franca (L-10, ramal de la L-9), en que Barcelona asumirá el 50% del coste, y coincidir en la conexión de los dos tranvías (Trambesòs y Trambaix), donde el Ayuntamiento decidirá si ha de ser por la Diagonal, son dos buenas noticias. El frente común para reclamar al Estado las inversiones en la estación de la Sagrera es otra muestra de sintonía. Y que Colau negocie con el vicepresidente Oriol Junqueras las cuestiones financieras de los acuerdos, seguro que tendrá su derivada en que ERC se muestre más predispuesta a pactar los presupuestos municipales, para los que Colau busca aliados en la izquierda.