Editorial

La siniestralidad vial crece en Barcelona

Reducir la cifra de accidentes es un objetivo en el que deben implicarse tanto los ciudadanos como las autoridades

BARCELONA PAU CLARIS

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El balance de la siniestralidad vial en la ciudad de Barcelona durante el año pasado señala un repunte preocupante del índice de mortalidad. Fue el 2016 el periodo con más accidentes de los últimos siete años, que causaron 28 muertos, 16 de los cuales fueron peatones, lo que casi triplica el número de atropellos mortales del 2015, cuando se registraron solo seis. Esta fúnebre estadística viene acompañada por un detalle que inevitablemente debe tenerse en cuenta para las estrategias de prevención futuras: el 60% de los viandantes fallecidos eran personas mayores de 70 años. No cabe duda de que el peatón es el elemento más débil, sobre todo si el espacio urbano se convierte en una peligrosa e indisciplinada partida donde quienes van a pie tienen las de perder, por delante de ciclistas, motoristas y conductores de vehículos, mucho mejor protegidos en caso de accidente. Rebajar las cifras de siniestralidad es una cuestión transversal en la que deben implicarse los ciudadanos, a pie o en coche, respetando las mínimas normas de atención en sus desplazamientos y evitando distracciones que pueden ser fatales. Las autoridades municipales también deben jugar fuerte en la búsqueda de medidas de seguridad. Extraña por ello que la respuesta inmediata que se anuncia sea poner en circulación un único vehículo camuflado para grabar infracciones. El desafío requiere respuestas pedagógicas globales que no puedan confundirse con un ánimo meramente sancionador y recaudatorio.