Sin corromper

También en la Igesia católica, cuando escasea la altura moral se multiplica la fijación por los detalles ornamentales

El papa Francisco ofrece una misa

El papa Francisco ofrece una misa / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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El Vaticano vive momentos convulsos. El día de San Pedro, el cardenal Pell, prefecto para los Asuntos Económicos, tuvo que hacer frente a un requerimiento de la justicia por un asunto de pederastia en el que está incriminado. Ha viajado a Australia para declarar ante el juez. Pell ya hace años que vive en el alambre, bien por acusaciones directas, bien por negligencia o por ocultación, una práctica habitual de las autoridades eclesiásticas ante los criminales que han abusado de menores en todo el mundo, desde Oceanía a Boston, pasando por Irlanda. Otro prefecto, recién nombrado por el papa Francisco, el de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el manacorí Lluís Ladaria, también está bajo los focos mediáticos. Una investigación conjunta de 'L'Espresso' y 'La Repubblica' ha descubierto que no denunció ante las autoridades a un pederasta confeso y condenado por el propio Vaticano en un juicio interno. La Iglesia lo defenestró como sacerdote pero no creyó conveniente que el mundo lo supiera.

Estamos hablando de dos de las figuras principales de la curia, casos ciertamente graves, gravísimos. ¿Y qué hace la institución? La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha decidido que las formas que serán hostias consagradas no pueden contener gluten y que el vino que será la sangre de Cristo debe ser "natural, fruto de la vid, puro y sin corromper". Cuando escasea la altura moral se multiplica la fijación por los detalles ornamentales.