Editoriales

El simulacro de Mas

La iniciativa del 'president' esconde la maniobra para forzar a Esquerra a una lista única en las plebiscitarias

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Tal vez tengamos locales abiertos, urnas y papeletas, pero es conveniente dejarlo claro desde el principio: la convocatoria que ayer anunció Artur Mas para el 9 de noviembre no es de ningún modo una consulta. Llueve sobre mojado ya que la cita original pactada por los partidos soberanistas para el 9-N se había convertido en un espejismo que tenía los días contados tras la suspensión del Tribunal Constitucional. Por eso este diario reclamaba la semana pasada que quienes nos habían llevado a esta situación explicaran a los ciudadanos cómo pensaban salir del atolladero. Ha costado otra semana conocer el siguiente paso de Mas, que como era previsible, no ha contado con el aval de la unidad soberanista. La delicada porcelana no ha resistido que el president haya convocado una ficción de consulta sin las mínimas garantías de cualquier proceso democrático, para convertirlo en una suerte de macroencuesta sin reglas definidas, ni norma clara que la ampare. Lo máximo que puede decirse de la propuesta es que se trata de un nuevo capítulo de las movilizaciones de los tres últimos Onze de Setembre, en que la calle cederá el protagonismo a unas urnas ficticias.

La apuesta de Mas, de la que ya se ha desmarcado ICV, y que ERC y la CUP no comparten, ha de interpretarse en realidad como el primer paso de su campaña electoral. La iniciativa incluye una maniobra para empujar a Junqueras a aceptar una lista unitaria en unos comicios plebiscitarios que se convocarían tras el simulacro de consulta. Sin lista única, Mas sabe que hoy por hoy no ganaría unas elecciones y por eso precisa que Esquerra se vea forzada por la dinámica de base del independentismo a mantener la unidad tras su liderazgo. Sin embargo, no parece que la argucia vaya a tener éxito. Sus hasta ahora socios no se han dado por aludidos y el movimiento soberanista se muestra desconcertado, cuando no desilusionado, ante el sucedáneo. Mas corre así el peligro de que la iniciativa se vuelva en su contra si se queda solo ante las urnas de pega, aunque no hay que descartar que una reacción desmesurada del Gobierno central pueda darle oxígeno.

Quedan muchos cabos sueltos para predecir lo que pasará en la próximas semanas, pero es dificil pensar que a esta legislatura le quede mucho recorrido. Es muy posible que a los ciudadanos les toque poner a cada uno en su sitio, esta vez con urnas de verdad.