....y Simeone mandó parar

Cuando más y mejor estaba el Atlético, cuando ya estaban 2-0, cuando el Real Madrid estaba asustado, el 'Cholo' pidió paciencia e inteligencia

Diego Simeone grita a uno de sus jugadores en el tremendo duelo de hoy en el Calderón.

Diego Simeone grita a uno de sus jugadores en el tremendo duelo de hoy en el Calderón. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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Siempre se dijo, con razón, que Pep Guardiola y el mejor Barça posible, el siguiente paso al dream team, el Barça de la excelencia, el increíble Barça, le ha hecho mucho daño al fútbol. Mucho. Y no (o no solo) porque muchos entrenadores se creyeron el mago de Santpedor y pretendieron hacer jugar a su equipo con las maneras que tenía el gran Barça, sino porque hasta creyeron que tenían a Messi&Cia entre sus filas.

ASÍ SE ASUSTÓ EL PSG

Es evidente que, pasados unos años y algún que otro proyecto frustrado azulgrana, el Barça ha vuelto a dañar al fútbol, al hacer creer a todo el mundo (incluida ¿recuerdan? la propia gent blaugrana cuando recibieron a la Juventus) que las remontadas históricas caían del árbol como fruta madura. Ocurrió, sí, por obra y gracia del Barça en la noche de autos del París Saint Germain, pero no hubiese estado mal que todo el mundo hubiera recordado lo asustadizo que estuvo el equipo de Unai Emery aquella noche y, sobre todo, como puso mucho (demasiado) de su parte para que surgiera el 6-1.

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La verdad, lo auténticamente cierto de la noche de ayer en el Vicente Calderon (¡ole por esa hinchada!), es que el fútbol es el deporte más bestia del mundo y los entrenadores son, fijo, los únicos que pueden estropearlo ¡los únicos! Porque también anoche, sí, pudo haber milagro junto al Manzanares, pero nadie sabe por qué, o sí, porque se asustó al ver la gesta tan cerca y tan pronto, pero el Cholo Simeone mandó parar a su ejército cuando más cerca (y no importaba ¡caray! que fuese pronto, ya tendrían tiempo de perderla o ampliarla) tenía la gesta, le heroicidad

EL TSUNAMI PERFECTO

Los primeros 16 minutos del Atlético fueron prodigiosos, tremendos, increíbles, inimaginables (o sí, debían ser esos y salir así) y el Real Madrid vivía asustado, lo que nunca antes había ocurrido. Pero con el 2-0 antes de llegar al 20, el Cholo abrió sus brazos y detuvo a la masa colchonera. Fue como si Moisés abriese sus brazos y separase las aguas del Mar Rojo para que lo cruzasen los suyos. El Cholo mandó parar, el Real Madrid recuperó el aliento y hasta la pelota. Isco, al que quieren todos menos Zinedine Zidane, tomó el mando y el conjunto blanco, que llevaba 60 partidos marcando, al menos, como poco, siempre, siempre, un gol, caminó sobre las aguas e, incluso, sobre la línea de banda (como hizo magistralmente Benzema, al que quieren tan poco como a Isco) y el barbudo del Arroyo de la Miel marcó el 2-1.

Y no hubo más. Las guas volvieron a su cauce. Y el pueblo rojiblanco, digo, siguió confiando en su Moisés. Y eso que el tsunami que se le estaba viniendo encima al Real Madrid en ese arranque era la tormenta perfecta, la que asustó a Emery, la que derrotó al PSG, la que hubiese podido llevar al Atlético a Cardiff. Pero no, Simeone se asustó como Emery, abrió sus brazos, separó las aguas, se llevó sus dos índices a las sienes y no hubo más. Ni menos.