Editorial

Silencio de Rajoy sobre la Diada

El PP sigue instalado en el inmovilismo y es un error creer que el conflicto se solucionará solo con dejar pasar el tiempo

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Las reacciones del Gobierno a la celebración de la Diada oscilan entre el silencio de Mariano Rajoy y las advertencias sobre la mera aplicación de la ley hechas por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y por el ministro de Justicia, Rafael Catalá. Es decir, el PP sigue instalado en el inmovilismo y ni siquiera entra a distinguir entre un referéndum unilateral y uno pactado, como propone ahora el 'president' Puigdemont. Ayer volvió a apostar por esta solución como paso previo a la convocatoria -si no hay acuerdo- de elecciones catalanas en verano del 2017.

Sáenz de Santamaría calificó de «ilegal» y «oportunista» tanto el referéndum como las «elecciones constituyentes», mientras que el titular de Justicia fue más allá al advertir que caerá «todo el peso de la ley» ante acciones como la consulta, que tachó de «ilegal» con el conocido argumento de que la soberanía reside en todo el pueblo español y no en una parte. El ministro no llegó a minimizar las manifestaciones, como sí han hecho algunos medios de la capital, y se limitó a decir que el independentismo no crece. Es evidente que las convocatorias de este año no fueron tan multitudinarias como otras veces, pero es un error creer que con dejar pasar el tiempo y con apostar al cansancio del soberanismo se solucionará el problema.

El conflicto del encaje de Catalunya en España es político y de manera politica debe ser abordado, sin que eso signifique incumplir la legalidad. Incluso un partido con convicciones tan firmes sobre la unidad de España como Ciudadanos se distanció ayer del PP por boca de su líder en Catalunya, Inés Arrimadas, que reclamó una «solución política», no solo legal, y criticó tanto el inmovilismo del PP como el rupturismo del Govern.

Es exagerada la pretensión de los nacionalistas catalanes cuando sostienen que si no hay Gobierno en España es por la falta de solución para Catalunya, pero es cierto que el bloqueo político en Madrid dificulta la adopción de propuestas que puedan dar una salida al conflicto. La urgencia de abordar de una manera constructiva las relaciones con Catalunya, el principal problema político español en este momento, es un motivo más para que la formación de Gobierno no se demore y para descartar unas terceras elecciones. Pero todos los partidos dan ya por hecho que no habrá novedades hasta las elecciones gallegas y vascas del día 25.