Siempre es mejor preguntar que suponer

TOMÀS NAVARRO

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Yo defiendo que es mejor preguntar que suponer. Recuerdo el caso de un cliente que me preguntaba el motivo por el que su hijo realizaba determinados comportamientos. Recuerdo como le indicaba que yo no era la persona adecuada para ser preguntada, que le preguntara directamente a su hijo ya que posiblemente le iba a proporcionar información más válida y fiable.

De la misma manera, cuando me ocurre alguna cosa extraña, poco frecuente o incoherente suelo preguntar a mi interlocutor por qué motivo se está comportando de esa manera. Incluso ante muchas de las preguntas que me formulan suelo responder con una pregunta. Las personas que me conocen y mis clientes pueden confirmar que suelo tener las palabras ‘por qué’ en la punta de la lengua.

¿Por qué prefiero preguntar que suponer? Por muchos motivos. En primer lugar por respeto. Cuando alguien desea expresarse y compartir algo conmigo lo mínimo que puedo hacer es escucharlo. De hecho cuando estamos escuchando a alguien es cuando le estamos dando la máxima muestra de respeto posible. ¿Quién soy yo para no respetar a otra persona? ¿Qué autoridad tengo para menospreciar la opinión de una persona?

En segundo lugar le pregunto y le escucho por un interés real. Si tengo que convivir, trabajar o ayudar a una persona, quizás necesite interesarme por su realidad, necesidades, deseos y miedos. Es posible que los intereses de esta persona sean contrarios a los míos, pero eso no invalida su derecho a compartirlos y expresarlos. En todo caso, después de escucharlo y de tratar de entender sus motivos, estaré en mejor posición para reconsiderar mi postura o para seguir manteniéndola. Aceptar otros puntos de vista requiere de un ejercicio de humildad y de análisis, pero te recompensa enriqueciendo tu conocimiento.

En tercer lugar me gusta preguntar más que suponer porque de esta manera elimino el riesgo de interpretación. Créanme, que a pesar de dedicarme a analizar a las personas, a lo que piensan, lo que hacen y lo que sienten, cuando interpreto corro un riesgo innecesario y fácilmente salvable con tan solo preguntar. Quien supone se puede equivocar. Es más quien se cree que puede suponer es más propenso a sobrevalorar sus propias capacidades analíticas, por lo que está expuesto a un mayor riesgo de error, lo quiera ver o no.

En cuarto lugar me interesa preguntar para conocer la opinión de mi interlocutor. No hay mejor manera de tener información fiable y válida que dirigirse a la fuente. Quizás nuestro interlocutor esté errado en sus creencias, pero en cualquier caso serán las que siga y las que rijan su comportamiento. No importa si tiene razón o no, no importa si son acertadas o no, lo que importa es que las cree y que actuará en consecuencia, por lo que si lo se podré adecuar mi respuesta.

Finalmente me interesa saber qué piensa la gente y le suelo proporcionar un espacio para que se exprese para poder darle la mejor respuesta. A menudo recibo demandas de ayuda para poder cambiar de trabajo. La mayor parte de personas que quieren cambiar de trabajo, cuando hablas con ellas, te das cuenta de que en realidad no prefieren cambiar de trabajo. En muchos casos lo que buscan es una mejora en sus condiciones de trabajo, un cambio de departamento, un cambio de jefe o un cambio de funciones. En algunos casos he tenido que ayudar a personas a cambiar de trabajo, pero en muchos casos tan solo ha sido suficiente con una charla con su jefe para definir nuevas funciones o para adecuar su puesto de trabajo a sus necesidades. En cualquier caso, es importante dar la respuesta adecuada, aunque no sea la que más te interese.

No creas que lo sabes todo. No creas que sabes lo que le interesan a otras personas. No intentes imponer tu voluntad. Las personas no somos instrumentos al servicio de un interés particular. No pretendas interpretar qué es lo que más le conviene a las personas que te rodean. Pregunta. Tan solo pregunta y solo de esta manera estarás en mejores condiciones de dar la mejor respuesta, la respuesta que más satisfaga a amabas partes. Pregunta y permite a las personas que te rodean que se puedan expresar. No tomes decisiones que afectan a otras personas a partir de una suposición o de tus intereses. Permite que las personas que te rodean puedan expresarse y recuerda que la respuesta que obtengas no tiene porque ser vinculante, pero valora que es el mejor de los puntos de partida para empezar un interesante debate.