Shakespeare, el 'libretista' más grande

El dramaturgo inglés es una de las columnas vertebrales literarias de la ópera

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ROSA MASSAGUÉ

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¿Podemos imaginar una historia de la ópera sin títulos como 'The fairy Queen' ('La reina de las hadas'), 'Otello', Macbeth', 'Falstaff', 'A Midsummer Night's Dream' ('El sueño de una noche de verano'), 'The Tempest' ('La tempestad'), 'Hamlet' o 'Roméo et Juliette'? Difícil. El género sería mucho más pobre. Quedaría cojo. Le faltaría una de sus columnas vertebrales literarias.

Los títulos citados son solo algunas de las óperas más famosas inspiradas o basadas en obras de William Shakespeare (1564-1616) o en sus personajes, pero hay además un repertorio mucho más amplio de óperas menos conocidas y otras muchas más que olvidadas que a lo largo de la historia han encontrado su razón de ser en 28 de los 37 dramas y comedias que escribió el bardo de Stratford upon Avon o que se atribuyen a su pluma.

En este año en que se conmemora el 400º aniversario de su muerte, Shakespeare sigue bien vivo en los escenarios operísticos. El Liceu de Barcelona acaba de ofrecer dos 'Otello' --con muy distinta fortuna--, el más famoso, de Giuseppe Verdi, y el poco interpretado de Gioacchino Rossini. Y en mayo llegará 'I Capuletti e i Montecchi', de Vincenzo Bellini, una adaptación de 'Romeo y Julieta'. En el Teatro Real de Madrid está a punto de estrenarse 'Das Liebesverbot' ('La prohibición de amar'), de Richard Wagner, una adaptación de la comedia 'Medida por medida'.

El número de obras compuestas a lo largo de la historia de la ópera basadas en el catálogo de Shakespeare supera con creces las 300. Desde que Henry Purcell adaptara en 1692 'El sueño de una noche de verano' para su 'Reina de las hadas', pocos son los compositores que no han caído en la bendita tentación de poner música para el teatro a las tragedias, las comedias o los dramas históricos del dramaturgo inglés. Las tramas y los personajes del dramaturgo inglés han recorrido todas las épocas, escuelas y estilos operísticos.

Además de los compositores citados, en la extensa lista se encuentran Antonio Salieri ('Falstaff'), Otto Nicolai ('Las alegres comadres de Windsor'), Charles Gounod ('Roméo et Juliette'), Karl Goldmark ('Ein Wintermärchen', basada en 'Cuento de Invierno'), Gustav Holst ('At the Boar's Head', basada en 'Las alegres comadres...'), Ermano Wolf-Ferrari ('Sly', una adaptación del prólogo de 'La fierecilla domada'), Reynaldo Hahn ('El mercader de Venecia'), Benjamin Britten ('El sueño de una noche de verano'), Luciano Berio ('Un rey que escucha', basada en 'La tempestad'), Aribert Reimann ('Lear'), Philippe Boesmans ('Wintermärchen'), Pascal Dusapin ('Roméo et Juliette'), sin olvidar a Leonard Bernstein ('West side story') y también se puede añadir a Cole Porter ('Kiss me Kate', adaptación de 'La fierecilla domada'). 

Entre las últimas incorporaciones operístico-shakesperianas está la excelente 'The Tempest', del británico Thomas Adès, estrenada en el 2004, que en los más de diez años de vida ha tenido ya varias puestas en escena, como la muy espectacular creada por Robert Lepage en el 2012.

Y para la próxima temporada, la 2016-2017, la Welsh National Opera, la ópera galesa, anuncia el estreno en el Reino Unido de 'The Merchant of Venice', una ópera compuesta por André Tchaikowski, un pianista y compositor polaco de origen judío que escapó al Holocausto escondido en un armario, muerto de cáncer en 1982, a los 46 años. Compuesta originalmente para la English National Opera, fue rechazada por este teatro. Finalmente la obra se estrenó hace solo tres años, en el Festival de Bregenz (Austria), producción de la que existe un DVD.

Berlioz, un caso aparte

Un caso aparte en esta devoción operística a Shakespeare es la de Hector Berlioz porque es una devoción que va mucho más allá de la ópera. En su caso Shakespeare fue lo más parecido a una brújula que le indicaba no solo el camino profesional. También el personal. Su ópera 'Béatrice et Bénédict', una adaptación de 'Mucho ruido y pocas nueces', y la única que compuso para el teatro basada en el Bardo no es lo mejor de su catálogo (por ejemplo, su sinfonía dramática 'Romeo et Juliette' es mucho mejor), pero el compositor siempre vivió con el espíritu del dramaturgo. En plena eclosión del Romanticismo francés, se enamoró de una actriz irlandesa, Harriet Smithson con quien tuvo una relación sentimental larga y tumultuosa, que interpretaba las heroínas shakesperianas como Ofelia o Julietta, 

El músico francés estudió profundamente toda la obra del dramaturgo inglés y la conocía al dedillo. Le interesaba el uso que hacía Shakespeare de la expresión dramática, cómo creaba y modulaba las tensiones y cómo estructuraba ya fuera los dramas como las comedias. Este conocimiento del dramaturgo le llevó a aplicar, según explicaba el mismo, una estructura shakesperiana a su ópera mas célebre, a 'Les Troyens'. 

¿Qué tiene Shakespeare que ha alimentado ininterrumpidamente como ningún otro autor el mundo de la ópera durante más de tres siglos? Sin duda son las mismas razones que hacen que sus dramas y comedias sigan representándose por escenarios de todo el mundo y sean adaptadas por culturas alejadas de la occidental en general y de la anglosajona en particular. Shakespeare nos coloca frente a nosotros mismos, clava de forma implacable el bisturí en los sentimientos. Nos revela cómo es la condición humana y nos descubre su universalidad.

Poco importa que muchos libretos para la ópera basados en las obras shakesperianas sean pobres o no sigan con fidelidad el original (el caso del recién escuchado 'Otello' de Rossini, por poner un ejemplo cercano), o que tantas y tantas óperas hayan caído en el olvido. Lo importante es que Shakespeare, este gran 'libretista' de la historia de la ópera, sigue dándonos grandes lecciones de vida.