Sobre el sexo chungo

A poco que uno se fije, hay por todas partes señales del Apocalipsis. General o por sectores. Hoy me he fijado en el mal momento que pasa el mundo del sexo con tres ejemplos que se me antojan desoladores: se estrena la segunda parte de '50 sombras de Grey' -sadomasoquismo de chichinabo para amas de casa con demasiado tiempo libre-, las entradas para el concierto de Lady Gaga se agotan en 14 minutos y se anuncia la próxima apertura en Viladecans de un local de la cadena Hooters, que expende las tradicionales grasas norteamericanas a través de unas camareras macizas con camiseta escotada y pantalón corto, para alegría del tragaldabas rijoso. Cualquiera de estas tres novedades basta para deprimir a cualquiera, pero las tres juntas me han arruinado la mañana en que redacto estas líneas.

Nunca creí que llegaría a respetar a Madonna, pero ese fenómeno se manifestó cuando apareció Lady Gaga en el panorama, digamos, musical. El triunfo de un 'remake' cuando el original aún está en la cartelera me dejó atónito, y solo me lo explico porque cada nueva generación de jovencitas -y de jovencitos gays- necesita su propio icono, aunque ese icono resulte cansino de entrada y, además de no aportar ninguna novedad musical, no sea precisamente un triunfo estético -como lo fue en su momento el Ziggy Stardust de David Bowie-, sino una acumulación de influencias que convierte la figura de la 'pop star' en simple mamarracho. En cuanto a la condición de supuesto 'sex symbol' de la susodicha, uno no la ve por ninguna parte.

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También nos da gato por liebre la trilogía '50 sombras de Grey', versión traviesa de 'Pretty woman', o la manida historia de la búsqueda del príncipe azul por parte de una pobre desventurada, que en este caso topa con un sádico de diseño que disfruta atándola y cosas así de atrevidas. Y lo de Hooters ya es, exclusivamente, para hombres cuyas películas favoritas sean las de las series 'Porky's' o 'American pie'. Frecuentar un restaurante porque las camareras están buenas y van medio en bolas es propio de tipos que han alargado de la peor manera posible la adolescencia mental.

Tristes tiempos estos, también para el sexo, cuando descubres tres propuestas que lo hacen, respectivamente, falso, cursi y pueril. O igual tengo el día cascarrabias, cosa que, a mi edad, tampoco puede descartarse del todo.