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'La Marsellesa' en Wimbledon

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MIQUI OTERO

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Un canto que arrastra hasta alcanzar esos palpitantes y elásticos compases de desafío. Que no estaba pensado para oyentes que disfrutaran de él cómoda e indiferentemente sentados, sino para quienes fueran sus cómplices. No para una soprano sin acompañamiento, sino para las miles de gargantas de toda una masa.

Podríamos estar hablando de 'La Marsellesa'. Y, de hecho, este primer párrafo está confeccionado con frases que Stefan Zweig le dedicó al himno. Pero, en realidad, hoy se podrían aplicar a la canción 'Seven Nation Army', de The White Stripes. Una melodía vetusta que tanto emplearon los italianos en el Mundial de fútbol del 2006 como los egipcios durante la Primavera Árabe. Que haya sonado tantísimo en estadios deportivos y bares bullangueros se debe a la facilidad con la que admite cualquier mensaje de seis a ocho sílabas. Estamos ante una especie de esperanto musical mnemotécnico. Prueben, si no, a tararear con esa melodía sintagmas tan alejados como 'Multa en la biblioteca', 'Trinxat de la Cerdanya', 'La Marta Ferrussola', 'La mare superiora', 'Cuánto pagas de autónomos', 'Atún en escabeche', 'Primo de Albert Rivera', 'Procés sobiranista', 'Hacienda somos todos' o 'Estoy muy aburrido'.

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Que los asistentes al festival musical de Glastonbury la corearan en masa durante el discurso que allí ofreció el líder laborista británico (cito: "Oh, Jeremy Corbyn") ha tenido dos consecuencias: la plataforma digital Deezer ha publicado que sus escuchas han aumentado un 16,9% y Wimbledon ha vetado que sea entonada en las gradas. Lo segundo, en un torneo en el que las costumbres (y los privilegios) se preservan como insectos en una bola de ámbar, no es raro.

Recuerdo cuando en el colegio nos metíamos con alguien inventándole una letra, quizás con alguna alusión a la blancura de su trasero, al (ya de por sí poco épico) himno de España. Cuando nos lo prohibían, burlábamos el veto tarareando la melodía sin letra, de modo que, inconscientemente, ofrecíamos la estampa de alguna facción nostálgica del Frente de Juventudes de la Falange.

Aun así, tararear la melodía sin nombrar a Corbyn podría ser una válida estrategia para los peligrosísimos socialdemócratas británicos que se cuelen en el The All England Lawn Tennis and Croquet Club. Si 'La Marsellesa' prendió en una tasca cuando la cantó algo beodo un tal Mireur, sería gracioso que la confirmación definitiva de 'Seven Nation Army' (o el regreso triunfal de cierto laborismo) llegara en un lugar así. "Y ahora es cuando se enciende la chispa", escribiría algún nuevo Zweig, "como si hubiera caído en un polvorín".