El tercer paquete de austeridad y reformas

¿Servirá de algo esta nueva dosis?

Si no se abre una ventana al crecimiento, las medidas de ajuste no conseguirán sus objetivos

¿Servirá de algo esta nueva dosis?_MEDIA_2

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ANTÓN COSTAS

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Después de haber estado durante varios meses jugando al «juego del gallina», consistente en amenazarse mutuamente a ver quién se asustaba antes y cedía en sus pretensiones, el Gobierno deMariano Rajoyy las autoridades europeas han llegado a un acuerdo: Memorando de Entendimiento.

La UE acepta acudir al rescate de la banca española. Pero las condiciones que impone cambian radicalmente la estrategia de fusiones, amiguismo, paños calientes y ocultismo que hasta ahora habían seguido los gobiernos deRodríguez ZapateroyMariano Rajoy. Ahora, Europa controlará directamente e intervendrá cada caja o banco que necesite ayuda pública. En este caso, se impondrán pérdidas a los accionistas y a los inversores que libremente decidieron prestarles dinero a esos bancos. También se admite el cierre si se ve que es lo más adecuado. Además, se crea un banco malo, es decir, una agencia pública para comprar a precio razonable los activos inmobiliarios que ahora están improductivos en los balances de los bancos para su venta a otras manos que le den utilidad. Se acabaron, pues, las amistades peligrosas entre políticos y banqueros que habían bloqueado la reforma financiera. Bienvenido sea.

Como contrapartida al rescate, el Gobierno pondrá en marcha un tercer paquete de austeridad y reforma. Además de un mayor recorte del gasto público, de los salarios de los funcionarios y empleados públicos y de las prestaciones de desempleo, el plan incluye medidas relacionadas con el aumento de algunos impuestos actuales, en particular el IVA, y nuevos impuestos que disminuirán la capacidad adquisitiva de los ciudadanos. Además, se reducen de las contribuciones empresariales a la Seguridad Social como una forma de devaluación fiscal interna para favorecer la competitividad y las exportaciones.

La cuestión de si esta nueva dosis de austeridad era inevitable o no es irrelevante: si los inversores huyen de España y no tenemos quién nos preste, el Gobierno, después de negociar, no tiene más remedio que aceptar las condiciones que impone quien te va a dejar el dinero para evitar el colapso. Así es la vida, por injusta que parezca.

La cuestión relevante es esta otra: ¿conseguirá este nuevo ajuste que se carga sobre las espaldas de las clases medias y trabajadoras que la economía vuelva a funcionar y crear empleo? Quisiera confiar en que sí, pero tengo dudas. Falta conocer dos cosas que no están escritas en el Memorando y una tercera interna.

La primera es si a cambio de que España cumpla los acuerdos las autoridades europeas se han comprometido a intervenir en los mercados para fijar un tope máximo al coste de la deuda que la haga sostenible a largo plazo. De esa forma se aliviará la presión sobre los presupuestos públicos y las grandes empresas y bancos españolas podrán volver a financiarse. Se abriría así una ventana para la recuperación.

La segunda es si los países de la eurozona que están en condiciones de poder hacerlo están dispuestos a estimular su consumo interno para tirar del crecimiento del conjunto de la eurozona. Alemania, Holanda o Francia se están financiando a coste negativo. Ante el temor de que el euro quiebre, mucha gente saca su dinero de los países más débiles y compra deuda de los países fuertes, aun aceptando que la rentabilidad es menor que la inflación, que es lo mismo que decir que están dispuestos a pagar para tener la seguridad de no perder su capital. Pero esta facilidad crediticia que tienen ahora los países fuertes debe ser utilizada en beneficio de todos. De lo contrario, ¿de qué sirve vivir juntos?

A estas dos condiciones que tienen que ver con lo que ha de hacer la eurozona hay que añadir una tercera de tipo interno: para ser eficaz y favorecer el crecimiento, la austeridad ha de ser también equitativa en el reparto de las cargas que impone a la sociedad. Si no es así, el clima social se enrarecerá y la política de austeridad y las reformas serán difíciles de llevar a cabo y, en todo caso, de dudosa eficacia.

La respuesta a la pregunta es, por tanto, que si no se abre una ventana al crecimiento el nuevo paquete de austeridad no conseguirá ninguno de sus objetivos. No logrará reducir el déficit, porque la caída de ingresos públicos provocada por la recesión será mayor que la reducción de gastos. No logrará sanear la banca y que vuelva el crédito a las familias y a las pymes, debido a que el aumento del desempleo y la caída de ingresos aumentarán la morosidad en el pago de las hipotecas y los créditos obligando a la banca a aumentar sus provisiones y a reducir el crédito a la economía. Ni tampoco se logrará que los activos inmobiliarios -pisos, oficinas, almacenes- que ahora están improductivos en manos de los bancos, constructores o promotores pasen a un precio razonable a otras manos que le den utilidad.

Dicho de otra forma más rotunda: sin crecimiento, la nueva dosis de austeridad puede acabar siendo un ejercicio de sadomasoquismo económico. Un ejercicio en todo caso peligroso, porque acabaría llevándose también por delante al euro. Esperemos que no sea así.

Catedrático de Política Económica (UB)