Gente corriente

Serafín (Pávlov): «La gente entra en el templo y exclama: '¡Estoy en casa!'»

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GEMMA TRAMULLAS

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Tras las puertas de la parroquia de la Anunciación de Vallcarca, en Barcelona, se escucha una letanía antiquísima recitada por una voz masculina muy grave y contestada por hermosos cantos de mujeres. En el interior del templo, decenas de iconos bizantinos te transportan hasta la cuna de la iglesia cristiana de Oriente. La iglesia ortodoxa rusa en Catalunya está representada por el sacerdote-monje Serafín (Pávlov), un hombre que tras su semblante severo esconde una risa sincera, una auténtica alma rusa.

Sacerdote ortodoxo ruso. Mientras la mayoría de gente abre regalos, él prepara... ¡la Navidad! 

-¿Mañana es Navidad? ¿Otra vez? Nos regimos por el calendario juliano [antecedente del calendario gregoriano de uso común a partir de 1582], que marca el 7 de enero como día de Navidad. La celebración empieza esta noche y sigue mañana por la tarde. La iglesia ortodoxa se ciñe más a la tradición. Tenemos cuatro cuaresmas y celebramos la divina liturgia [misa] en eslavón [eslavo antiguo] siguiendo el ritual de Juan Crisóstomo del siglo IV.

-Nació hace 38 años en Ulan-Ude, en el sur de Siberia. Hará un frío que pela.. Antes del cambio climático era normal estar a -20 grados en invierno y ocasionalmente se llega a -50. Pero hay mucha nieve que refleja el sol y la sensación de frío es menor. Solo hace falta abrigarse más.

-Si usted lo dice... Su primer destino fuera de Rusia fue Mallorca. ¡Menudo cambio! Pero lo que más me chocó los primeros días no fue la temperatura precisamente...

-¿Ah no? ¿Pues qué? ¿La manera de ser? No. Las c... de perro. Me encanta la arquitectura y siempre voy andando mirando hacia arriba. ¡Cada50 centímetros pisaba una! [ríe] Menos mal que ahora la gente las recoge.

-En el 2008 le enviaron a Barcelona. Había que buscar un lugar para nuestra gente. Al principio estábamos en una capilla en Pedralbes y los domingos éramos solo 12 personas, pero la congregación aumentaba. Ahora somos entre 200 y 300.

- En el 2011 se mudaron a esta iglesia de Vallcarca. ¿Por qué esta y no otra? Esta iglesia fue destruida durante la guerra civil. Estaba destrozada y podíamos arreglarla a nuestro estilo, mientras que en otras iglesias católicas teníamos que conservar algunos símbolos. Por fuera no es nuestro estilo, pero cuando la gente entra en el templo exclama: «¡Estoy en casa!».

-¿El alma rusa sigue siendo tan torturada como la describían Dostoyevski y otros? Con la democracia la situación ha cambiado. Hay otro autor, Fiodor Tiutchev, que escribe: «Rusia no se puede entender con la mente, en Rusia solo se puede creer». Y yo creo que, por su mentalidad y su espiritualidad profunda, es un país con futuro.

-¿Serafín es su nombre de nacimiento? No, me pusieron Maxim; Serafín es mi nombre de monje y mi apellido se escribe entre paréntesis porque significa que, al ordenarme, he muerto para la vida civil.

-¿Es fácil ser monje en Rusia? Precisamente Dostoyevski decía que los chicos rusos que buscan su camino en la vida solo tienen dos opciones: ser militar o ser monje. Son los caminos del alma del pueblo ruso, y la mía escogió ser monje a pesar de que en el último siglo casi todos los hombres de mi familia han sido militares de alto rango, incluido mi padre.

-Pero los bolcheviques borraron a Dios. Tras el periodo soviético, los monasterios e iglesias estaban destruidos. Cuando entré en el monasterio Svensky de Bryansk, a los 16 años, tuvimos que reconstruirlo todo: poníamos ladrillos, pintábamos... Por eso sé hacer de todo. Cuando el obispo de nuestra iglesia vio terminadas las obras de esta parroquia de Vallcarca me dijo: «Tengo muchos sacerdotes que conocen los textos sagrados, pero muy pocos que también sepan poner baldosas».