El septiembre de nuestras vidas

JOAN GUIRADO

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Empieza el mes del año, del siglo, más importante y trascendente de la historia de Catalunya. A estas alturas, querer negar que estas no serán unas elecciones diferentes es demostrar una miopía digna de estudio. Si serán plebiscitarias o no, por eso, aún está por definir. Sólo el interés de los votantes para ejercer su derecho a voto y la disposición de este, harán de estas elecciones un proceso constituyente o sólo unas elecciones autonómicas más. Unos comicios con más candidatos que nunca pero con solo dos posibles aspirantes a la presidencia de la Generalitat: Artur Mas -aunque el PP persiga inhabilitarlo- o Inés Arrimadas. El resto de candidatos, el 27S, ejercerán de actores secundarios con derecho a cámara y, si mucho se lo curran, con alguna frase.

Es cierto que la forma de empezar este artículo es tirando de épica, la misma con la que Felipe González se agarraba en su 'Carta a los catalanes' resaltando la grandeza de España para continuar con esta convivencia que, de seguir el 28 de septiembre, necesitará la visita de 'Hermano Mayor'. Pero en su carta, González se olvidaba de decir, por ejemplo, que en 2006 clamó sin reparo que "Zapatero es un mierda y el Estatut una cagada". Ahí empezaba todo.

Las del 27S serán las terceras elecciones en menos de cinco años. Las segundas que convoca Artur Mas que, a priori, tenía gobierno para ocho años. Estas elecciones, aunque muchos piensen que no, eran evitables. Y, el motivo, una convocatoria electoral después de la sentencia del Tribunal Constitucional a instancias del PP con fines electorales -en la oposición-, en contra del Estatut. El entonces 'president' de la Generalitat, José Montilla, que encabezó una manifestación el 10 de julio de 2010 bajo el lema "Somos una nación, nosotros decidimos" -algo impensable en el PSC actual, y no sin el rechazo en una ejecutiva en Nicaragua de pesos como Celestino CorbachoJosé Zaragoza Carme Chacón-, decidió no buscarse problemas con el PSOE en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Si en aquel entonces Montilla y su equipo fueran jugado con la inteligencia y sin ser sumisos a Madrid, hoy posiblemente continuarían gobernando con mayor cuota de autogobierno y mejor régimen fiscal. Pero el miedo al enfrentamiento contra quienes habían sido sus compañeros de ejecutivo, pudo más que el clamor social del país. Estoy seguro de que con Pasqual Maragall esto no hubiera pasado.

Tal vez el PSC se equivocó en esa ocasión. Pero todo el mundo tiene derecho a rectificar. Aunque su postura esté fijada a día de hoy, a ver cuál será su papel, pase lo que pase, el 28S. Al PSC le recuerdo siempre al lado de Catalunya...

Como decía el amigo Nacho Corredor, en su píldora matutina en El Món a RAC1, el 28S se tendrá que tener la cabeza muy fría.

Pensad todos juntos que, aunque vuestro orgullo o capacidad de ser más esté en juego, lo que verdaderamente nos jugamos el 27S es nuestro futuro y el de nuestros hijos. Es un estado del bienestar y de derecho basado en la igualdad, libertad y fraternidad.

Ganar o perder, al final, es irrelevante si se afronta con deportividad.