MIRADOR

'Senyera' en el funeral y 'estelada' en el bautizo

NEUS TOMÀS

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Relata uno de los asistentes al consejo territorial del PSOE que su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, dejó caer una frase a modo de aforismo: «En Catalunya ahora los entierran con la senyera y los bautizan con la estelada». Dejando de lado la elocuencia del dirigente socialista, una capacidad que ni sus rivales discuten, la frase resume a modo de provocación lo que pasa en este país.

Más de la mitad de los jóvenes de entre 18 y 34 años se declaran independentistas mientras que los contrarios al secesionismo se sitúan a partir de los 50 años, según datos del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO). Tampoco hace falta ser un experto en demografía para entender que la pirámide poblacional (pese a que aquí también faltan nacimientos) juega a favor de Oriol Junqueras y la CUP, y no solo por su identificación con la estelada. La rebeldía contra un sistema que les expulsa difícilmente se puede canalizar votando a partidos como Convergència (por no hablar de Unió) o el PSC. Injusto, dirán estas fuerzas, porque este país no se entendería sin su papel de garantes de la convivencia y su apuesta por la preservación e impulso de la lengua. Cierto, Catalunya es la que es gracias a ellos, y habrá quien piense que en algunos ámbitos, por culpa de ellos. Pero gestionar conlleva acertar y equivocarse. Se le llama desgaste.

Mal que les pese a veces, CiU, PSC y PPC -no necesariamente en este orden-, son los interlocutores preferentes del llamado establishment, ese tan reacio a los cambios pero que tan rápidamente se adapta cuando es de menester. Esas élites son las que hubiesen preferido que el sábado no hubiese habido ni un solo fotógrafo a las puertas de Mas Anglada, la ya más famosa finca de Fonteta. Con todo el respeto al anfitrión y, como no podía ser de otro modo, a la noble causa que está en el origen de la convocatoria (la recaudación de fondos para una fundación benéfica), el almuerzo ampurdanés simboliza una manera de entender las relaciones entre política y empresa no siempre saludable.

Evidentemente, la noticia era quién asistía al encuentro. Pero no debería serlo menos los que no estaban, sea porque declinaron la invitación o porque no fueron invitados. Ni a este foro ni a otros similares. No estaban el líder de ERC ni el de Ciutadans ni nadie de ICV-EUiA o la CUP. Tampoco consta la presencia de algún líder sindical. Vamos, que los exministros Elena Salgado y Narcís Serra parecían de izquierdas. Alguien debería avisarles de que la pirámide poblacional tampoco juega a favor del espíritu de Fonteta.