Señor Bartomeu, ahora, si quiere, ya puede dimitir

La renovación de Leo Messi hasta el 2021 permite que la 'gent blaugrana' vea el futuro con optimismo

Messi, después del gol de la victoria en el Bernabéu en la pasada Liga.

Messi, después del gol de la victoria en el Bernabéu en la pasada Liga. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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Ya se pueden ir todos. ¡Hala! Ya pueden dimitir. Todos, desde Josep Maria Bartomeu, que se veía venir, hasta Robert Fernández (Pep Segura, no, pues le acaban de ascender ¿no?), pasando por Albert Soler e, incluso, el bueno de Òscar Grau, que ya ha dejado de sufrir pues, al final (perdón, desde el principio, y él también lo sabía como Julio Iglesias), le han cuadrado los números.

¡Hala!, ya se pueden ir todos. Ya pueden dejarle el camino limpio, libre, expedito a Agustí Benedito y, ¡vaya que sí!, a Joan Laporta, al que ya le apetece (lo ha confesado recientemente, no me lo invento) volver a ser presidente. Incluso puede que, ¡por fin! ¡por fin!, hasta se presente el joven y apuesto Víctor Font, de Delta Partners (¡qué nombre más guay!), amigo íntimo de Marc Ingla.

MESSI Y SUS MILLONES

Es el momento. Deberían dejarlo. Es lo que intuía el otro día Benedito mientras pedía que siguiesen entrando en la web del voto de censura, la web de la estaca. Porque, no nos engañemos, lo único que tenía que hacer esa cúspide, a la que no quiere nadie y está manchada con un montón de errores y desaciertos, era renovar a Leo Messi. Y ya lo han hecho. ¡Hala!, venga, váyanse de vacaciones. Y, si quieren, no vuelvan. Ya nos sirven BeneditoLaporta o Font. Tenemos a Messi.

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Es más, no se enfaden, tenemos a Messi por un pastizal. No quiero ni pensarlo. Prima de fichaje para que pague a Hacienda, contrato hasta el 2021 y porque no le ha dado la gana firmar por toda la vida, cláusula imposible y porque no les ha dado la gana ponerla de 500 millones, y pasta por un tubo para que se compre otra montaña en Castelldefels y, además, podría echarle una mano al Castefa de mi amigo Jordi Tomás y hasta comprarlo. Publicando un beso con Antonella en Instagram, ya compra el Castefa y, en tres años, le hace la competencia al Girona.

LACAZETTE Y SUS MILLONES

No seré yo, ni uno solo de los 153.458 socios que tiene el Barça (por cierto, lo he mirado: 113.981 hombres y 39.477 mujeres), ni Benedito, ni Laporta, ni Font, ¡no se atreverán, pues les va la candidatura!, pero ya habrá alguien, ya, que diga que esta renovación es una locura. Y, no, amigos, no, no es una locura. Pueden insultarme, claro que sí, pero si Alexandre Lacazette le ha costado al Arsenal 60 millones de euros, Messi es un regalo. ¡Ah!, ¿que no saben quién es Alexandre Lacazette? Ni yo, ni yo, amigos. Ni los que lo compran, créanme. Si por Álvaro Morata, suplente blanco y de la Rojilla, el Real Madrid pide 90 millones, Leo es un lazo de seda. Si el mundo se vuelve loco por Kylian Mbappé (¿saben quién es, no?, vale, un poquito) y ofrecen 100 millones, Messi vale lo que un desayuno en el aeropuerto de El Prat. ¡Que es pasta, ojito! Y si el Barça medita tirar al mar la llave de su caja fuerte y fichar a Marco Verratti por nosecuantos millones, de verdad, Messi es un obsequio, un agasajo, un presente, una donación, una ofrenda, una dádiva, un don, que son los sinónimos que me han salido de regalo en el diccionario.

Pero sí, amigos, sí, tienen toda la razón, respecto a los dineros del fútbol, se han vuelto locos. Todos.