Las ideologías frente a la crisis

Señas de identidad de la izquierda

En los momentos más críticos, solo la convicción de ideas más profunda garantiza la supervivencia

Señas de identidad de la izquierda_MEDIA_3

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J. ANTÓN Mellón

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Bruno Bettelheim, el mejor discípulo de Freud, fue un superviviente de los campos de concentración nazis. En su obra El corazón bien informado nos explica la gran importancia que en las situaciones límite tienen las convicciones profundas. Él observó que en dichos campos prácticamente solo sobrevivieron las personas o muy politizadas o muy religiosas. Los primeros por su solidaridad de grupo, los segundos por su empatía humanitaria. Ambos por ser capaces de soportar, física y psíquicamente, aquel horror absoluto. Los individualistas, fueran o no liberales, por tanto, lo tuvieron muy mal para conservar su vida y su dignidad.

Por ello es necesario insistir en la importancia clave que tienen las ideas políticas individual y socialmente. Es el software con el que actuamos, determinan nuestros actos a partir de la comprensión de la realidad. Nos permiten juzgar y clasificar (lo que es justo/bueno y al revés) y nos orientan en nuestras decisiones estratégicas y tácticas. De ahí que una persona sin convicciones políticas es una veleta que puede ser manipulada de múltiples formas: recordemos que los especímenes humanos que protagonizan el alienante programa televisivo Gran Hermano tienen prohibido leer; obviamente, con el objetivo de que interactúen más con sus compañeros y que se produzcan situaciones conflictivas que alimenten el insano morbo de los teleespectadores. Esos especímenes y estos espectadores no han sido educados con valores e ideas de izquierda. De lo contrario, hubieran recordado aquella estrofa de una canción de la guerra civil española que afirmaba que el bien más preciado es la libertad. La casa de Gran Hermano es una prisión donde los prisioneros acceden voluntariamente a cambio de dinero. El mismo defensor de la República que cantaba aquella canción les podría preguntar, burlónamente: «Y con el dinero que os han dado, ¿podréis comprar amor, amistad, lealtad, serenidad, sabiduría?»

Por todo ello quizá valdría la pena recordar qué separa a la izquierda de la derecha en esta época de confusión ideológica, dejando aparte la transversal corrupción de Gürtel, Pretoria y los Millet del mundo y/o la podredumbre máxima de Silvio Berlusconi. No todos los políticos son iguales, aunque algunos

-pocos- puedan serlo por su comportamiento.

Lo que separa a la izquierda de la derecha es que las personas de izquierda quieren eliminar los privilegios y las de derecha mantenerlos. Ya que la derecha cree que la desigualdad humana es natural y socialmente útil, mientras que la izquierda defiende que todas las desigualdades artificial-sociales deben ser suprimidas para que exista una auténtica igualdad de oportunidades: el lugar que una persona ocupe en la sociedad debe estar en función de su capacidad y de su esfuerzo, no de su origen social. Eso debe ser la democracia, no meramente un conjunto de reglas formales, como cree la derecha, sino un proceso gradual de eliminación de los privilegios y de consecución de mayor equidad y justicia social.

Democracia como proceso, igualdad de oportunidades, conciencia de colectividad, defensa de la paz con la naturaleza y con nosotros mismos, solidaridad, lucha contra cualquier forma de alienación, explotación o dominio de unos seres humanos sobre otros, participación en la toma de decisiones, capacidad crítica. Las viejas/nuevas banderas de la izquierda continúan estando totalmente vigentes (debemos pensar globalmente y actuar localmente con coordinación europea y mundial). A ellas se opone la defensa de los privilegios, el individualismo extremo y el elitismo, la opacidad, la instrumentalización/estupidización/alienación de las personas adiestradas solo para que sean productivas y consumidoras.

Además, como saben incluso las personas conservadoras más inteligentes, una sociedad donde exista una real igualdad de oportunidades no solo es más igualitaria sino más eficaz... y rica, porque en ella todos los talentos pueden desplegar sus potencialidades. Más cohesionada y menos conflictiva. Más justa y sabia. La política debe predominar sobre la economía y se deben utilizar los factores positivos del mercado (y los de la planificación) y desechar sus disfunciones discriminatorias y creadoras de desigualdad. La economía productiva con criterios de sostenibilidad ecológica debe desbancar la preponderancia del sector financiero y se deben regular los mercados (a nivel europeo y mundial) para evitar abusos y latrocinios.

Como dicen los versos de Dante en La Divina Comedia -versos que tanto ayudaron a otro superviviente de los campos nazis, Primo Levi-: «Recuerda, para vida animal no has nacido sino para adquirir virtud y ciencia». Solo la izquierda, una izquierda que sabe que en política debe haber un nosotros y un ellos muy claros, puede construir una sociedad donde se cumpla esa ansia humana por alcanzar la máxima virtud y ciencia posibles. Catedrático de Ciencia Política (UB).