Peccata minuta

Secretario general Iceta

JOAN OLLÉ

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Decía usted hace cuatro días: "Veo a los políticos que impulsan la hoja de ruta camino del precipicio, no sé si de la prisión". Y, para enterarme de quien era el oráculo de dicha profecía, me he ido a la Viquipèdia a fin de saber de usted y de qué pie calza. Y ella que va y me chafardea: «Su ideología se enmarca en la democracia social y en un catalanismo suave capaz de entenderse con el nacionalismo español. Miquel Iceta ha sido uno de los primeros políticos españoles en declarar abiertamente su condición de homosexual».

Ahora que ya sé con quién trato, permítame que me presente: soy un farandulero cinco años menos joven que usted que, al mismo tiempo que 'flipa' cuando lee que si el próximo 27-S el Parlament registra una mayoría absoluta de partidos a favor de la secesión, el Dia D Hora H catalán tendrá lugar exactamente 18 meses más tarde (el primaveral 27 de marzo del 17), también se horroriza de que un presunto amigo de las libertades como usted se llene electoralmente la boca con la palabra 'prisión'.A pesar de mi provecta madurez conservo algo de memoria: la mía, la de Pasqual Maragall, la de su hermano Ernest e incluso la de su abuelo poeta cuando -¡ya hace más de un siglo!- se carteaba con el vasco Unamuno en busca de una España feliz. Y también recuerdo a Obiols, a Tura, a Nadal, Castells... Y a Zaragoza (¿Dónde está el exjefe de máquinas? ¿Aún escondido bajo los manteles de La Camarga?) Lea bien, secretario general, las encuestas: por más que Andalucía se obstine flamencamente en seguir siendo felipe-guerrista, usted y Pedro Sánchez representan y gestionan altiva y olvidadizamente la decepción de un sueño.

Citar al joyero Juan Marsé

No estoy, hoy por hoy, por la secesión, ya se lo he dicho. Y si me pregunta por qué, volveré a citar las palabras del joyero Juan Marsé: «No me gustan quienes me invitan a este viaje». Pero a mí me disgustan aún más quienes impiden a las personas ser lo que quieren ser en nombre de mutables leyes humanas.

Usted ha tenido la suerte, y no sabe cuánto lo celebro, de vivir una época que le ha permitido gozar plenamente su homosexualidad sin ninguna constitución, ley ni cárcel que se lo haya impedido. Hace cuatro días algunos todavía amenazaban a los de su condición con las llamas eternas, pero, gracias al sentido común de la gente común y a pesar de los intolerantes, vamos ligeramente a mejor. Decía Bertold Brecht: «Perdonadnos, hombres del futuro, por no haber sabido ir más lejos». Ande, Iceta, quítese de la boca según qué palabrotas y remiende mañana mismo en grandes titulares que si alguien va a la cárcel por sus ideas, usted, como socialista, le llevará un bocadillo con una lima dentro para que sierre los barrotes, como en los tebeos. Y tal vez así recupere algunos de los muchos, demasiados, votos perdidos.