¡Sasha!

MANEL FUENTES

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los Estados Unidos dan para mucho. Por ejemplo, sus ciudades son fácilmente caricaturizables. Washington es esa corte de intereses, donde no hay serpiente viva que no pique. Ahora, los repúblicanos presionan otra vez para que Obama vuelva a las armas contra el Estado Islámico mientras crece la islamofobia. Así matarían dos pájaros de un tiro: apoyarían a su industria más benefactora y redireccionarían recursos del Obama care. El tea party, en el colmo del cinismo, defiende lo del más vale prevenir que curar.

¿Y qué decir de Las Vegas? Con mis amigos, siempre está presente como metáfora de nuestro tiempo. Una ciudad de mentira, construida en cartón piedra sobre un desierto, en la que todo vale para hacerse con cualquier dólar que aparezca sobre la mesa. Una carta, unos dados o unas tetas de silicona. Y todo bordeando el delito, dejando más riqueza para los mismos y más desesperación en el entorno. Cielos pintados, luz artificial, todo siempre abierto para que la productividad del consumo no decaiga. Las Vegas tiene mucho de parque temático y así es fácil convertirla en icono, en tópico, en emblema. Pero la crisis del capitalismo y de su burbuja inmobiliaria se notó en toda la madre patria del capitalismo. Los nervios del sistema financiero de Nueva York se tensaron hasta la histeria, y volvió la arrogancia y la prisa pre-11 S. Detroit y Nueva Orleans se hundieron con o sin agua porque los recursos eran para tapar el boquete financiero más que el automovilístico o el humano.

Y hoy hay que mirar a Miami. Todos vimos cómo se hundieron los precios de las casas y cómo las subprimes iban asociadas a ese territorio, pero esto está cambiando. La noria del capitalismo vuelve a girar en Miami con su cara amable. Los precios están caros, las grúas vuelven y ahora son venezolanos y brasileños los que se apuntan a la pompa de jabón.

Un impostor en Miami

Habrá quien dirá que no es una burbuja y que el crecimiento exponencial de la ciudad es real, pero solo hay que ver en Youtube lo que proyectan para el 2020 para sospechar que nos quieren volver a vender la burra.

Sin ir más lejos, la semana pasada en un club selecto presentaron, para entusiasmo del personal, a Chico, un ex de los legendarios Gipsy Kings que accedió a cantar y tocar la guitarra. Iba escoltado por un seudoguardaespaldas de nombre imposible de olvidar. Básicamente por la cantidad de ordenes que recibía en pocos minutos del gipsy: «¡Sasha, trae la guitarra! ¡Sasha, más vino! ¡Sasha, el coche!» La noche se alargó con el gipsy a cuestas hasta que alguien dijo: «Este es un impostor que tiene varias demandas interpuestas por los auténticos Gipsy Kings».

Las burbujas solo son ilusiones que nos embrujan. Mentiras flotantes a la espera de que una verdad afilada las tumbe. ¡Qué oportunidades da Miami! ¿Verdad, Sasha?