tú y yo somos tres

Sardana, estriptís y enfado de Cristina

FERRAN MONEGAL

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Ha provocado gran excitación, y alguna protesta, la aparición de un combo sardanístico femenino en el concurso '<strong>Tú sí que sí</strong><i>'</i> (La Sexta). La originalidad de esta picante troupe de señoras es que mientras bailaban aquella sardana de La Trinca («Arriba l'hora de ballar sardanes / ja es posa la tenora a refilar») se iban desnudando en plan estriptís hasta quedar con los frontis al aire, grácilmente decorados con banderitas catalanas tatuadas, y con la bandera azulgrana también.

El programa buscaba con esta actuación un golpe de efecto. Está necesitado de estímulos, porque las audiencias -a pesar de tener a Cristina Pedroche como presentadora- son flojísimas. Con esta estrategia han conseguido la provocación que pretendían. Aunque yo personalmente no le veo ni un gramo de escándalo a esta alegre variante sardanística.

Este ensemble femenino forma parte de la virtuosa Compañía Burlesque de Marina Salvador. Trabajan el arte del erotismo de manera imaginativa. Además de la sardana-estriptís tienen en su repertorio un show titulado Mamá Noel Sexy con el que amenizan despedidas de solteros, congresos variados y celebraciones familiares finas.

Aquí lo televisivamente sorprendente no es la Compañía Burlesque, sino lo enfadada que está Cristina Pedroche, porque dice que los analistas, y hasta las feministas, hablamos siempre de ella aludiendo a sus transparencias. Lo dijo, muy dolida, en la entrevista que le hizo Pablo Motos en El hormiguero (Antena 3 TV) poco antes de que comenzase el 'Tú sí que sí' en La Sexta.

Tranquilicemos a la señora Pedroche. Hablar de su indumentaria y de su aspecto es la consecuencia de lo que ella proyecta como criatura televisiva. Cuando sale el Mago Pop, por ejemplo, los televidentes pensamos automáticamente en qué tipo de ilusionismo o prestidigitación nos va a hacer. Cuando sale Cristina Pedroche, el interés es ver si saldrá más o menos vestida que la vez anterior. Es a lo que nos ha acostumbrado ella y la cadena. Es la base de su éxito televisivo. De hecho, ha conseguido -y eso tiene mérito- que las campanadas de fin de año se midan según la intensidad traslúcida de sus colosales y minimalistas vestidos.

La señora Pedroche, dicho sea con todos los respetos y cariño, debería somatizar bien ese trastorno que la aflige. El día que decida cambiar su ADN televisivo, quizá consiga que el interés de la audiencia sea por lo que diga, y no por si sale más o menos traslúcida.