La clave

Sant Jordi y las rosas del mal

BERNAT GASULLA

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No hagan demasiado caso, pero quizá han tenido ustedes la misma impresión a la que ha llegado este sociólogo de pacotilla tras una pedestre observación callejera. ¿No notaron una proliferación de paradas de ventas de rosas muy por encima de otros Sant Jordi? A los floristas habituales, con cara de resignación ante la invasión de intrusos, se sumaron los esporádicos. Una legión de desempleados, estudiantes universitarios, alumnos de instituto, representantes de entidades y asociaciones de toda índole y etnia, llevados por ese espíritu de emprendedor buscavidas que tan de moda se está poniendo, ocupó las aceras de Barcelona y (casi) acosó a los incautos transeúntes.

El sociólogo de mentirijillas también pudo ver que, además de la concentración de paradas y vendedores ambulantes, también se producía otro fenómeno: la guerra de precios de las rosas de Sant Jordi. Contrariamente a lo que ocurrió en anteriores diades, ayer salieron a la venta rosas a tres y a dos leros. Hubo quien se topó también con ofertas singulares: café con leche, pasta y rosa por cinco euros. «Señora, me las quitan de las manos».

Una marea rosa

Son malos tiempos, y no solo para los floristas. En estos años de crisis hemos visto mareas blancas (por la sanidad), verdes (contra los desahucios) y amarillas (en defensa de la educación pública). La de ayer fue una marea rosa en toda regla, celebrada bajo múltiples banderas. Muchas de ellas solidarias, altruistas o combativas. Otras, tan prosaicas como la financiación del viaje de fin de curso.

La rosa como arma reivindicativa, como imán de conciencias. Con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, asomándose a Barcelona con la coartada de una reunión con los editores; con muchos escritores esquivando el conflicto laboral en FNAC; con las listas de ventas de libros elaboradas hace días; con el president Mas poniéndole bien la mitra al cardenal Martínez Sistach, uno podría pensar que todo sigue igual. Pero no, tras este espejismo, la diada de ayer registró un movimiento subterráneo de rosas del mal, de flores indignadas, en venta para sobrevivir.