Dos miradas

Sangre en el guion

La gravísima acusación de Rovira no guarda ninguna lógica con el devenir de los hechos. Pero, aun así, es el nuevo mantra

Marta Rovira, el pasado día 4 de noviembre, en un consejo nacional de ERC.

Marta Rovira, el pasado día 4 de noviembre, en un consejo nacional de ERC. / periodico

EMMA RIVEROLA

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Las brutales cargas policiales del 1 de octubre se detuvieron en seco cuando el Gobierno de Rajoy fue consciente de su impacto en Europa. Supo que la violencia le había hecho perder aquella batalla. Los heridos de aquel día se convirtieron en motor del procés. El 27 de octubre fue el día definitivo. DUI y 155. Llegó un fin de semana raro. Puigdemont se paseó por Girona en olor de multitudes. El resto de consellers depuestos callaron. Después, la fuga a Bruselas y las detenciones.

La aventura se saldaba con un quebranto social, económico e institucional sin paliativos. Y empezó la autocrítica. Se reconocía que Catalunya no estaba preparada para la independencia.  No había estructuras de estado ni reconocimiento internacional ni había mayoría social suficiente.

Y, de repente, ha llegado un nuevo cambio de guionMarta Rovira ha acusado al Gobierno de haber amenazado con "muertos en la calle". No dice quién les puso en alerta. Aparecen nombres: el arzobispo de Barcelona, RibóUrkullu…  Algunos de ellos ya lo han negado. Otros negociadores descartan la acusación. Iceta la niega, Colau asegura que nunca supo de la amenaza.

La gravísima acusación de Rovira no guarda ninguna lógica con el devenir de los hechos. Pero, aun así, es el nuevo mantra. De repente, el relato procesista vuelve a tomar fuerza. Solo que más tenebrosa. Catalunya se hunde en el lodazal de una propaganda tan potente como venenosa. ¿Qué será lo siguiente?