Al contrataque

¿Salgo yo?

Quiero salir en tu novela. Pero sobre todo, quiero salir en tu vida. Aunque después no la lea

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MILENA BUSQUETS

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Tengo una joven amiga que antes de hacernos amigas se enamoró de mí. Estaba empeñada en que en mi siguiente libro saliese una historia de amor entre mujeres, y siempre añadía: «Porque, claro, para escribir sobre ello tendrás que probarlo». Previamente, entre risas y lágrimas, mi amiga, que es tan dramática y exagerada como yo, me había hecho prometerle que si alguna vez decidía tener una historia con una mujer, ella sería la elegida. Ahora somos amigas, el destello que tenían sus ojos al verme cuando nos conocimos ha desaparecido y ya solo lo veo (a menudo, es muy enamoradiza) cuando me habla de sus nuevas conquistas.

Y hay un señor mayor en el bar al que voy a desayunar que el otro día se me acercó y después de decirme que estaba preocupado porque hacía días que no me veía, me preguntó por mi próxima novela y, apoyando ambas manos sobre la mesa (él estaba de pie, yo sentada) con gesto de propietario (tiene los gestos de los hombres que han sido o se han creído dueños de demasiadas cosas), me dijo con candor: «Porque imagina que en tu próxima novela la protagonista se enamora de un hombre de 80 años…». Es justo la edad que tiene él. Le sonreí. Adoro a los insensatos y a los imprudentes. Y, como buen hombre de negocios acostumbrado a manejar números, añadió: «Porque, Milena, no te creas que es lo mismo enamorarse de un hombre de 80 años que de dos de 40, no tiene nada que ver».

Y la semana pasada, en el restaurante del barrio, el dueño, un hombre de mi edad, divertido y muy listo, me preguntó también por la novela. Cada vez me sorprende un poco su interés, ya que él mismo me contó que mi anterior libro no le había interesado y que no había logrado acabarlo, pero siempre agradezco que la gente que me cae bien se preocupe por mis cosas.

Le volví a decir que la novela iba lenta, que estaba un poco bloqueada, que la vida casi siempre me resultaba más apasionante que casi cualquier cosa que pudiese escribir y que para escribir algo genial (y también algo mediocre) había que dejar de vivir durante un tiempo. Me escuchó con un tedio evidente, y al final de mi explicación, me dijo: «Ya, ya, pero ¿en tu nueva novela salgo yo?».  Nos echamos a reír los dos.

Quiero salir en tu vida

¿Salgo yo? ¿Salgo yo? ¿Salgo yo? Yo quiero salir en tu historia. Quiero ser visto más allá (muchísimo más allá) de mi vida cotidiana. Quiero que hables de mis ojos, de cómo los entorno, de mi generosidad. Quiero que retrates, porque sé que la ves, mi grandeza en medio de nuestra miseria. Quiero que me cuentes. Quiero que hagas caer la máscara y que digas: «Esto es lo esencial, esto es lo que importa». Quiero salir en tu novela. Pero sobre todo, quiero salir en tu vida. Aunque después no la lea.