Sabiamente unidos en el esfuerzo

Huelga decir que todo el mundo sabe, en Catalunya y en Europa, en China y en América, que el FC Barcelona ha ganado la Liga de este año. Como la mayoría de hechos sociales, el fútbol ha conocido fases muy diversas. En Catalunya comenzó el fútbol como una rareza protagonizada por unas cuantas personas. Los orígenes de este deporte se encuentran en Londres. El primer partido del que se tiene noticia se celebró en Battersea. Era el año 1866. Y en 1878 se fundó en españa el Recreativo de Huelva, probablemente porque en aquella población debían trabajar ingleses.

El mismo hecho que explica la fundación del Palamós por Jaume Vilà, que había regresado de Inglaterra. Y llegamos al deportista Joan Gamper, suizo, que convocó a aficionados para fundar un club. De aquella rareza que suponía aquel anuncio a la potencia del FC Barcelona, popularizado como Barça, la evolución del interés por el fútbol no es necesario que se la explique al lector.

Supongo que en aquellos tiempos el Barça no tenía himno, y si lo hubiera tenido me gustaría mucho conocerlo –me parece que el poeta Josep Maria de Sagarra había escrito un texto, pero creo que no fue musicado–. El amigo Joan de Sagarra me lo podría confirmar.

Cuando, con motivo de los 75 años del Barça –si no me equivoco–, el club me encargó un himno, yo preferí llamarlo Canto. Nada de resonancias bélicas. Un canto era más colectivo y popular. Impulsaba a sentirse más pueblo, más grupo. «Som la gent blaugrana, tant se val d’on venim, si del sud o del nord, una bandera ens agermana...». No se trataba de hacer proclamas, sino de crear sentimiento de comunidad. Lo podemos decir, hoy, los Suárez, Alves, Messi, Neymar, Iniesta, Ter Stegen ... y los 80.000 espectadores que cantan «tots units fem força». Los resultados deportivos no siempre pueden ser positivos, como ocurrió en tres o cuatro semanas. Pero el éxito suele ser amigo de los sabiamente tozudos.