¿Ya saben que no somos imbéciles?

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante su primera reunión tras el 26-J, en el Congreso de los Diputados.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante su primera reunión tras el 26-J, en el Congreso de los Diputados. / periodico

ALBERT SÁEZ

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Llevan desde el 20-D con la tarea pendiente. Han sido negligentes y han preferido volver a las urnas antes que hacer los deberes. Pero los votantes, como los buenos profesores, no les han ahorrado el esfuerzo. Han pasado tres semanas desde las segundas elecciones y no han hecho otra cosa que marear la perdiz. El hierático Rajoy sigue anclado en la lógica del turno propia de aquella restauración borbónica del siglo XIX. El inquieto Sánchez se ve obligado a estar más pendiente de las intrigas de su correligionaria Susana Díaz que de sus adversarios políticos o de sus potenciales aliados. El histriónico Rivera ha chocado por fin con la cruda realidad para comprobar que la política es algo más complicada que las tertulias donde lo que se dijo ayer no determina el mañana. Y el enigmático Pablo Iglesias ha demostrado que sabe ganar pero no tiene ni idea de perder. De manera que los problemas se les amontonan en la mesa mientras siguen de charla: el paro solo baja com empleo de mala calidad; la hucha de las pensiones está vacía; Europa va a multar a España y a exigir recortes por valor de 10.000 millones; el yihadismo asoma por los Pirineos; la UE se reconstruye tras el 'brexit'... 

Hay algunos irresponsables que se muestran orgullosos de que el país funcione sin Gobierno. No saben lo que dicen. Las consecuencias las veremos en los próximos meses. Y lo más decepcionante es que no se vislumbra en el horizonte solución alguna. Nos dicen que no pueden pactar y que no quieren elecciones. Nos tratan como si fuéramos imbécilesPero no lo somos. Tanta especulación provoca hartazgo. Tanta miseria intelectual, repulsa. Es muy sencillo: se trata de proponer un paquete de medidas de gobierno y conseguir que alguna de las propuestas sume 176 votos en el Congreso de los Diputados. Ni más ni menos. No nos interesan sus problemas estéticos. Sabemos de la distancia diaria que separa nuestros propósitos de nuestros logros, nuestras convicciones de nuestras condiciones. Y no tenemos ninguna pretensión de que ustedes sean muy diferentes a nosotros. Más bien lo contrario.