De ruta

ÓSCAR LÓPEZ

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En agosto no leo. O casi. Al menos mientras viajo. De hecho intento que los libros no sean protagonistas de mi vida durante unos días. Me lo aconsejó un médico hace años. Por mis ojos y por mi cerebro. "Para usted leer es trabajar", me dijo. Jodida sentencia. Así que le hago caso, pero los libros me persiguen. Ha vuelto a ocurrir este verano. Y no porque me detenga en los escaparates de las librerías de los aeropuertos donde suelen estar más o menos los mismos títulos. Pero si pasas por casualidad por Venecia no puedes dejar de entrar en la maravillosa librería Acqua Alta, una de las más bellas del mundo. Es un placer hojear esas obras que descansan en bañeras, barcas y hasta en una góndola, para que cuando suba la marea no se mojen. Y si unos días después te acercas a Trieste, cómo no vas a hacerte una selfie abrazado a la escultura de James Joyce  o de Umberto Saba junto a su famosa librería, mientras buscas desesperadamente las placas esparcidas por sus calles en las que también se da cuenta de los pasos del gran Italo Svevo. Y ya puedes pensar seriamente en que necesitas desconectar de la literatura que cuando entras en Ljubliana, lo primero que haces es visitar la plaza de France Preseren, el escritor esloveno más conocido y cuyo poema  'Un brindis' es el actual himno del país balcánico.

Y así es como regresas a casa, y de repente se te ocurre dar una vuelta por Elizondo, en Navarra, geografía principal de la trilogía de Dolores Redondo, y alucinas con la gente que pasea por sus calles con estos libros policiacos como guía, para satisfacción de los lugareños que disfrutan de un turismo cultural sosegado mal que le pese a algunos políticos de la zona que poco hacen por apoyarlo. Por todo ello voy a pedir hora al médico que me trató. Le diré que lo siento mucho, que haré lo posible por leer menos durante las vacaciones para que mi presión intraocular no se dispare, pero que debe entender que somos unos cuantos los que sobrevivimos en este mundo globalizado y aburrido gracias, entre otras cosas, a estos libros que nos persiguen. Les dejo. Me voy a buscar títulos para sortear el largo y crudo invierno.