Análisis
Año nuevo, viejos problemas para Theresa May
La primera ministra británica pretende dar un nuevo impulso a su Gobierno, acosado por una oposición que está resultando muy eficaz
Rosa Massagué
Periodista
Rosa Massagué
Año nuevo, vida nueva. Y atrás queden los muchos sinsabores de un 2017 convulso. Esto es lo que habrá pensado Theresa May al presentar una remodelación ministerial. Pero los sinsabores no le faltarán a la primera ministra en este año crucial que estará dominado por el ‘brexit’ y unas elecciones municipales en primavera que podrán dar la medida de hasta qué punto el partido de la oposición, el Partido Laborista, es una amenaza real confirmando lo que aseguran los sondeos.
La vida de May como primera ministra no ha sido fácil. Es el jefe de Gobierno británico cuya popularidad se ha erosionado más rápidamente en los últimos 50 años. Seguramente el peor momento de su ‘annus horribilis’ fue el resultado de un innecesario adelanto electoral en junio del pasado año en el que su partido, el Conservador, perdió la mayoría absoluta de la que disfrutaba. La actual es la tercera remodelación desde julio del 2016, cuando llegó a Downing Street. Este último cambio en el Ejecutivo es obligado tras la forzada dimisión de su número dos, lo que supone el tercer abandono ministerial en dos meses.
El acoso de Corbyn
La remodelación no solo responde a llenar los huecos que han quedado vacíos con las dimisiones. May pretende dar un nuevo impulso a su Gobierno, acosado por una oposición que está resultando muy eficaz. Un cambio en la presidencia del partido va en esta línea. El líder laborista, Jeremy Corbyn, ha puesto sobre la mesa las cuestiones sociales que hasta ahora el Ejecutivo ha ignorado y ha planteado una renacionalización de algunos servicios, como los ferroviarios de cercanías, tras un descomunal varapalo tarifario a los viajeros sin que vaya acompañado de un mejor servicio.
Hay una profunda crisis en la sanidad pública, antes envidiada por otros países y ahora saturada hasta el límite con falta de médicos de cabecera y unas estructuras hospitalarias en plena decadencia. Es una crisis que los rigores del invierno no han hecho más que agravar en las últimas semanas y que no se resuelve con echar la culpa del caos actual a la gripe australiana.
La primera ministra no quiere que en la obra de su Gobierno durante este 2018 aparezca como tema único la negociación del ‘brexit’ y es justo que así sea. Pero el abandono de la Unión Europea es de tal magnitud que, lo quiera o no, la cuestión dominará la agenda de este 2018. Y no solo por acuerdos o desavenencias con Bruselas.
Los Lores y el 'brexit'
Ahora mismo parece muy improbable que no se consume el divorcio, pero por el camino habrá muchos tropiezos en sede parlamentaria, empezando por la Cámara de los Lores, adonde llegará la ley derogatoria (Repeal Bill), que pone fin a la primacía del derecho comunitario sobre el británico y que sigue su paso en la Cámara de los Comunes. La de los Lores es una cámara curiosa, más allá de que sus miembros no son elegidos y no se les puede echar. Pero esto mismo les da una gran libertad. Actualmente son mayoría los contrarios al ‘brexit’, y pueden plantear muchos problemas.
Y una última cuestión. Boris Johnson sigue en el Gabinete, lo que le dará a May nuevos motivos para sonrojarse y, en el peor de los casos, apagar fuegos diplomáticos.
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