La clave

Rocky, en la América de Trump

JUANCHO DUMALL

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Rocky Balboa ha vuelto este fin de semana a las pantallas españolas. La crítica cinematográfica ha sido en general benévola con 'Creed', la nueva entrega de la saga boxística nacida en 1976 y protagonizada por Sylvester Stallone, lo que no deja de ser noticia después de los zarandeos que se llevaron las anteriores entregas, tildadas generalmente de panfletarias, patrioteras y previsibles.

Tal vez los espectadores más jóvenes de hoy o los menos informados desconozcan que Rocky -como Rambo, el otro personaje emblemático del actor ítaloamericano- fue uno de los mitos populares de la era de Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos entre 1981 y 1989. Así, en 'Rocky IV' (1985), Balboa derrota a un gigantesco boxeador soviético en un salvaje combate al límite celebrado en Moscú. Era la metáfora, no precisamente sutil, de la batalla contra el sistema comunista emprendida, y ganada, por el inquilino de la Casa Blanca, actor de profesión. Del mismo modo que el regreso de Rambo a Vietnam, en la cinta del mismo año, para liberar presos americanos era otra burda referencia a la crisis de los rehenes de Irán, pésimamente gestionada por Jimmy Carter, antecesor de Reagan.

Los valores de los años 80

Por mucho que estemos en pleno 'revival' ochentero, los héroes encarnados por Stallone, esculpidos en cartón piedra, han envejecido mal. Pero, cuidado, los valores ultraconservadores que representan están de vuelta. ¿No es Donald Trump, el candidato republicano mejor situado para la carrera presidencial, que comienza hoy en Iowa, una versión corregida y aumentada de Reagan? ¿No hay un importante sector de la opinión pública norteamericana que sigue añorando aquellos tiempos de liberalismo económico a ultranza y que consideran la presidencia de Barack Obama una anomalía histórica?

Los personajes atiborrados de anabolizantes que triunfaron en los 80 representaban el regreso del orgullo americano herido por la derrota de Vietnam. Esperemos que la historia no se repita cuatro décadas después, tras el desastre de Irak, con un ultra que odia a los mexicanos en la Casa Blanca.