tú y yo somos tres
Risto, narcisismo y dentadura
Ferran Monegal
Crítico de televisión
Ferran Monegal
FERRAN MONEGAL
Envuelto en una escenografía repleta de narcisismo, Risto Mejide ha regresado a la tele. Esta vez al imperio Atresmedia (Al rincón de pensar, A-3 TV). Y ha comenzado dedicando un completísimo souvenir, en forma de monólogo interior, al imperio del que ha salido con estruendo y crujidos, es decir, unas perdigonadas de sal contra villa Vasile. Tomen nota: «Quien te maltrata no te merece. A veces, es bueno pillar el petate y decir ¡ahí te quedas! (...) ¡Aquí continúa lo que jamás debió ser interrumpido!». ¡Ahh! Qué fascinante egocentrismo trufado de star system. No le den más vueltas, ¡Risto en estado puro! También con el invitado estrella de su debut, el portavoz del PP en el parlamento vasco, Borja Sémper, exteriorizó Risto su particular egolatría. Mientras Semper llegaba a la cita con evidente nerviosismo, nuestra estrella exclamó con delectación infinita: «¡Exclusiva mundial¡ ¡Al fin un hombre del PP ha aceptado sentarse conmigo! Me ha costado dar con alguno que no sea imputado sospechoso, investigado...» Y tras sentarse la criatura, pasó a desplegar el terrible Risto todo su mordiente y dentadura: «¡Dime nombres de corruptos del PP! Cuando eras concejal de urbanismo ¿quién te ofreció dinero de manera ilegítima? (..) ¡Tú estabas detrás de Rajoy, cuando Rajoy defendió a Bárcenas! ¡Tú estabas allí¡ ¡Y callado! ¿Por qué no les dejaste plantados, diciéndoles 'O se va ese, o me voy yo'? (..) ¿Rajoy es un corrupto? ¿Pondrías la mano en el fuego por Rajoy? (..) ¡El PP de Euskadi está en caída libre! ¿No te pega más estar en Ciudadanos?». ¡Ahh! Era exactamente el Risto de Operación Triunfo, solo que en esta ocasión, en lugar de fustigar a los pobres triunfitos, fustigaba a la criatura política. Criatura que no es precisamente un peso pesado en el PP, y que recibía el castigo con resignación, enhebrando alguna vez alguna frase, cuando podía («Yo no soy un cobarde que huye del barco (...) No pongo la mano en el fuego por nadie») y cositas así, aprovechando que Risto tomaba aire y recargaba la dentadura.
Hombre, a mí no me molesta que Risto sea ególatra y narciso. Ni que haga de sí mismo un star system. Ni que busque el impacto y el show. Ni que construya un cara a cara para que la única cara que brille sea la suya. A mí, lo que me inquieta es no saber si Risto ha metabolizado que el personaje que escenifica es, precisamente, el fruto de la performance a la que se sometió cuando iba para artista revelación en villa Vasile.
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