Dos miradas

Rifa patriótica

La Grossa, por definición, es una rifa patriótica. ¿Pero no ven que el 01714 no tocará nunca?

La Grossa 2015, el primer premio

La Grossa 2015, el primer premio / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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<strong>El invento de la Grossa</strong> de fin de año ha sufrido, desde su nacimiento, la enfermedad del mal gusto. Ha sido chabacana desde el primer momento, empezando por el cabezudo que la identifica (con escenas memorables junto al 'conseller' Mas-Colell), continuando con la musiquita y terminando con ejemplos de promoción como el de este año, con el intento de bromear y con el resultado de dar pena. Por no hablar de la gala donde se escogen los números ganadores o la desagradable secuencia en la que era la propia Generalitat quien se quedaba con el número premiado. Pero aún podría ser peor. La Grossa, por definición, es una rifa patriótica. Se concentran en ella no solo los sueños húmedos de todos aquellos que quieren (queremos) disfrutar de la gracia alada del azar sino también las invocaciones a los eventos que funcionan como mágico amuleto nacional para invocar la fortuna.

En Girona, en el Mercat del Lleó, el martes se vendió el 01714, emblemático porque sí. Se agotó en 28 minutos de locura colectiva: una multitud que olvidó por unos momentos la merluza de palangre y las paradas de setas y se abalanzó sobre el quiosco que ostentaba el privilegio de vender la cifra más preciada. ¿Pero no ven que el 01714 no tocará nunca? ¿Se imaginan que en una lotería catalana tocara precisamente el 01714? Por poco que se pueda manipular el sorteo, yo, si fuera la consejera-delegada de la Entitat Autònoma de Jocs i Apostes, lo haría. Todo, antes que hacer el ridículo.