Editorial

La revisión del Plan de Estabilidad

Las macrocifras apuntan a que puede ser más fácil cumplir el déficit, pero quedan reformas por hacer que no son neutrales

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El Gobierno tiene previsto revisar esta semana el Plan de Estabilidad Presupuestaria, el documento marco sobre el que se asientan las cuentas del Estado de este año y el siguiente. Los cálculos del Gobierno han de cuadrar en unos objetivos de déficit ya marcados por la Unión Europea del 4,2% para este año y del 2,8% para el 2016. No son previsiones que se puedan hacer a gusto exclusivamente del Ejecutivo porque las cifras tienen que conseguir el visto bueno de Bruselas (Comisión Europea, en mayo, y Consejo Europeo, en junio).

En un año electoral como el 2015, el Gobierno va a hacer lo posible para no acometer nuevos recortes presupuestarios de última hora o cara al próximo año. La clave va a estar en buena medida en que la recuperación económica siga el curso previsto y el país mantenga un crecimiento cercano al 3% del PIB en cada uno de los dos años. Cumplir los objetivos de déficit será más fácil si se concretan estas previsiones, de manera que la meta se podría alcanzar solo con el incremento de la actividad y los consiguientes ingresos vía impuestos, sin necesidad de recurrir a nuevos recortes antes del final del mandato. El Gobierno podría incluso anunciar una rebaja del IVA cultural del 21% al 10% e incluso alguna otra reducción impositiva.

Un panorama alentador para un Mariano Rajoy empeñado en hacer de la recuperación su tabla de salvación ante unas perspectivas electorales nada favorables. De hecho, ya se ha constatado que las cifras macroeconómicas positivas no repercuten necesariamente y de forma automática en una parte significativa de los ciudadanos. El paro sigue por encima del 23% (las previsiones lo reducen al 20% en el 2016) y la precariedad del nuevo empleo es la tónica dominante. Y Bruselas va a exigir nuevas reformas. El pasado viernes, pese a elogiar los progresos de la economía española, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloen (cargo al que aspira Luis de Guindos), insistió en que debe avanzarse más en la reforma laboral -difícil en periodo electoral- y en la fiscalidad. Ambas cuestiones, obviamente, no tienen una sola fórmula de solución y ahí es donde tanto el Gobierno del PP como el resto de partidos deberán mojarse en los próximos meses. El crecimiento de los grandes dígitos por sí solo no solucionará los problemas de España, por mucho que Rajoy se empeñe.