La clave

El retorno de Mas a Convergència

JOAN MANUEL PERDIGÓ

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Los cambios experimentados en la vida política desde el 2010 han influido en los partidos tradicionales, favorecido la irrupción de otros y forzado rupturas y disoluciones. A los aparatos se les discute la autoridad para designar líderes y confeccionar listas, aunque aún sea más fácil encontrar seis precandidatos para presidir el Barça que aspirantes a encabezar la candidatura del PSOE o del PSC. Entre los recién llegados, las cosas tampoco han sido fáciles. En Podemos ha habido algo más que cachetes y Ciudadanos ha ejecutado al recién llegado dudoso sin contemplaciones. A la espera de que el PP prescinda del dedazo y Unió de la voluntad de Duranlo más sorprendente es la última pirueta de Mas.

No se trata aquí de juzgar la bondad o maldad de la jugada, sino de ponderar lo extraño (distinto de excepcional) de la propuesta. El presidente de la Generalitat prescinde de su partido, hundido por la corrupción y los años de las componendas con el poder español, para ponerse en manos de unas entidades que han hecho de su razón de ser el impulso unitario para la independencia. Ahora se les pide no solo que tomen partido, sino que se apunten activamente a uno. Más allá de la contradicción en términos está la regresión en el planteamiento. ¿Qué les pide Mas a Jordi Sánchez y Muriel Casals? ¿Que organicen unas primarias de voluntarios a apuntarse a esa lista? ¿Que designen una lista de patums variadas: el catedrático, la escritora, el compositor, la dirigente vecinal, el deportista... todos en comunión tras (con) el president camino del paraíso? La ANC y Òmnium no están concebidos para esta tarea, difícilmente -además de romperse- podrán adaptarse a ella y menos a 80 días del inicio de la campaña electoral.

La lista de CDC

Una constatación que nos lleva a lo que Mas dijo el lunes en TV-3: si la operación no es posible, tocará recurrir a CDC. Y no es mala idea. Ante una probable victoria ajustada que impediría seguir adelante ahora con el procés, mejor contar con un equipo gris para gestionar la autonomía que con sumos sacerdotes de la utopía desengañados y sin trabajo. Eso sí, habría cumplido su promesa. El 27-S, mal que bien nos habremos contado. Y el 28 tocará gobernar.