Gente corriente

«Retenemos solo el 3% de una charla tradicional»

Hete aquí un personaje, cuanto menos, peculiar, un conferenciante más próximo a la 'perfomance' artística que al orador clásico.

«Retenemos solo el 3% de una charla tradicional»_MEDIA_2

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POR GEMMA TRAMULLAS

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Se presenta oculto tras una máscara fantasmal y de un salto se sube a la fuente de la Portaferrissa, junto a la Rambla. De esta guisa empieza a contar la historia de este surtidor, que data de 1680.

-¿Piensa quitarse la máscara para la foto?

-¿Para qué? Una cara normal no tiene ningún interés. ¿Qué más da si una nariz es así o asá? En cambio esto es diferente.

-Llama la atención, desde luego. ¿Pero quién es usted?

-No lo sé [ríe y se quita la máscara]. A lo largo de la vida absorbes tantísimas cosas que al final eres un poco de todo lo que has asimilado. Dicen que nuestro consciente representa solo el 1% de todo nuestro inconsciente. Ni siquiera conoce el 99% de usted misma...

-Tendrá un DNI…

-Nunca lo miro, no me interesa.

-¿Dónde nació?

-Eso no tiene ningún interés, pero he publicado un libro que plantea cómo se difunden las ideas y hasta qué punto escuchamos y eso sí es un estímulo para romper moldes.

Conferències, Conferenciants, conferenciats(Comanegra) reúne fotografías y apuntes tomados en decenas de conferencias sobre arte. Es una aproximación muy personal al ritual de la conferencia y muestra la evolución del clásico sermón hasta la charla interactiva.

-Enseguida le pregunto por su libro. Pero antes, ¿su acento de dónde es? ¿Francés?

-Mi padre era un artista húngaro y mi madre era francesa y trabajaba como traductora. Huyeron del comunismo en Hungría y se instalaron en Estambul, donde yo nací. Cuando tenía 2 años huimos con pasaportes falsos y nos instalamos en París. Hace más de 20 años que vivo en Barcelona.

-¿Y cómo acabó dando conferencias?

-Fui profesor y aprendí metodologías no para contar lo que uno sabe, sino para hacer que los estudiantes aprendan, que no es lo mismo. Un día un conferenciante llegó tarde y me pidieron que me ocupara del público. Desde entonces me gano la vida dando conferencias sobre arte y religión.

-¿De dónde viene L'Altrange?

-Es un secreto masónico, pero le daré una pista. Viene del francés,l'autre ange[el otro ángel]. En todo hay dos partes: la que conoces y la que tienes que descubrir.

-¿Por qué no revela su nombre de familia? Total, seguro que estará en internet...

-No lo uso desde 1974, cuando decidí despojarme de mi parte mediocre. Para eliminarla y poder cambiar del todo, evolucionar e intentar mejorar, hay que cortar con todo lo que te recuerda que eres un mediocre. Como decía Pep Guardiola: «La perfección no existe pero hay que buscarla».

-Y dígame, ¿cómo son las conferencias que se hacen en Barcelona?

-Las hay muy interactivas y otras se siguen haciendo como en el siglo XIX: el orador suelta su rollo y no se preocupa de si el público le sigue o no, y así difícilmente circulan las ideas. Cuando escuchas una recitación, cada nueva idea borra la anterior y esta la anterior y esta la anterior, y al final aplaudes por educación pero sin saber qué han dicho. Solo retenemos el 3% del contenido de una conferencia tradicional.

-¿Cómo saber si la gente atiende o pasa?

-Hay más de 700.000 gestos y movimientos que te lo indican, desde un mandíbula que cae -esa persona está pensando en otra cosa- hasta la tensión de la espalda. Eso es lo que intento captar en las fotografías.

-¿Cómo animar a que te escuchen?

-El orador debe saber que durante los 10 primeros minutos la atención aumenta y luego, diga lo que diga, baja. A los 10 minutos hay que marcar un cambio de velocidad o de intensidad o dar la palabra al público. Establecer un diálogo es muy importante porque las preguntas obligan a estar en sintonía con el público. Tampoco es lo mismo lanzar una idea al inicio, en medio o al final de una charla, porque no se retiene igual. Eso los políticos lo tienen en cuenta, porque quieren ser escuchados.

-Últimamente algunos políticos no aceptan preguntas.

-Porque si les preguntan sobre un tema en concreto hay muchas más posibilidades de que ese tema se nos quede en la mente y no se nos borre y eso, a veces, no interesa.