El 'reparto' de Corea del Norte

Trump y Xi tienen sobre la mesa establecer las bases de un pacto para resolver la crisis generada por Kim Jong-un

El líder supremo norcoreano, Kim Jong-Un, saluda a sus tropas.

El líder supremo norcoreano, Kim Jong-Un, saluda a sus tropas.

GEORGINA HIGUERAS

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El futuro de la península coreana centra las negociaciones entre Xi Jinping y Donald Trump. Si lograran sentar las bases de un acuerdo conjunto para la resolución del reto estratégico más urgente que tiene Washington, no hay duda de que se abriría un nuevo capítulo en las relaciones entre las dos hiperpotencias.

Un informe de la Rand Corporation del 2013 señalaba que la descomposición del régimen norcoreano era tan brutal que no se podía descartar el hundimiento o el asesinato de Kim Jong-un y urgía a Estados Unidos a alcanzar un acuerdo con China para ‘repartirse’ Corea del Norte. El influyente think tank destacaba la necesidad de “trazar planes de contingencia conjuntos” para hacerse de inmediato con el arsenal de armas nucleares y químicas, evitar un choque armado entre fuerzas chinas y estadounidenses y ayudar a paliar el caos y la crisis humanitaria que se desataría.

Desde entonces todo ha empeorado, empezando porque ha sido Kim Jong-un quien se ha dedicado a matar a todos los altos funcionarios que tenían buenas relaciones con China, incluido su tío Jang Song-taek que era el número dos del régimen. El asesinato más escandaloso, ocurrido en el aeropuerto de Kuala Lumpur y grabado por las cámaras de seguridad, fue el de su hermano paterno Kim Jong-nam, exiliado en China desde que cayó en desgracia en el 2001 al ser detenido en Japón cuando trataba de entrar con un pasaporte falso para visitar Dineyland.

Pekín quiere mantener el statu quo de la península coreana por temor a que el flujo masivo de refugiados desestabilice sus regiones del noreste y porque no quiere tener tropas norteamericanas en su frontera. EEUU tiene estacionados 28.500 militares en Corea del Sur. Sin embargo, las bravuconadas de Kim Jong-un están afectando a la imagen internacional de China, que ha sacado tarjeta roja a su insolente vecino. En febrero anunció que, en cumplimiento de las sanciones decretadas por Naciones Unidas, este año no le compraría más carbón. Al ser el único cliente, Piongyang no podrá vender su carbón.

RADAR INTRUSIVO

Xi Jinping, partidario de una solución pacífica, exhorta a Trump a poner en marcha una vía diplomática directa con Piongyang que facilite una salida. Corea del Norte está obsesionada con firmar un acuerdo de paz con EEUU, pendiente desde la guerra (1950-53), que finalizó con un armisticio. Trump, sin embargo, quiere desmantelar por las buenas o por las malas el programa nuclear y de misiles balísticos antes de que puedan alcanzar suelo norteamericano. Desde febrero, Piongyang ha realizado siete pruebas de misiles de alcance medio y corto con capacidad para atacar las bases de EEUU en Japón y Corea del Sur. “Si China no se ocupa de Corea del Norte, nosotros sí lo haremos”, declaró Trump el domingo pasado al 'Financial Times'.  

El sistema antimisiles THAAD, que EEUU ha comenzado a instalar en Corea del Sur, es una sólida baza en la partida que juegan Xi y Trump. El radar de este sistema tiene un alcance de hasta 900 kilómetros, por lo que penetra ampliamente en territorio chino. Pekín lo rechaza con firmeza porque disminuye su capacidad de disuasión. Si se libra del THAAD, China podría aceptar ejercer una presión mucho más fuerte sobre su vecino aún a riesgo de que el régimen se hunda. Sería un primer paso en la negociación del ‘reparto’.