Renacen los sueños de grandeza

El encuentro gallego entre Angela Merkel y Mariano Rajoy ha sido casi del todo ignorado por la prensa alemana. Aquí no solo ha abierto muchos periódicos y telediarios, sino que algunos comentaristas creen que lo que ambos dirigentes han declarado en Santiago significa que acaba de nacer una firme alianza entre Alemania y España y que esa entente regirá el rumbo de la política europea.

Quienes así piensan dicen que Rajoy será el aliado que Merkel necesita para contrarrestar la presión que Francia e Italia -y ahora también el presidente del BCE, Mario Draghi- están ejerciendo para que Berlín deje de exigir austeridad a ultranza a la UE y para que propicie políticas que favorezcan el crecimiento económico.

Algunos de esos entusiastas también afirmaron en su tiempo que la alianza entre George Bush y José María Aznar para Irak elevaba a España al nivel más alto de influencia en la política internacional. Pero si entonces ese planteamiento era irreal, ahora es casi un despropósito. Porque España no da la talla, ni económica ni política, para sustituir a Francia o a Italia en ningún arreglo de altura en la escena europea. Y menos ahora, con seis millones de parados y una deuda pública y privada que puede estar muy cerca del 400% del PIB.

Basta con seguir durante unos días la prensa alemana, y los comentarios de sus lectores, para comprender que la imagen de España que tienen los alemanes es incompatible con esos sueños de grandeza. Porque, simpatías personales aparte, que se dan, lo que allí se piensa es que somos un país que sigue en el fondo del pozo y no ofrece indicios claros de que vaya a salir de él. Y la señora Merkel debe tener muy presente esa opinión.

O sea, que lo de Santiago ha sido mucho menos de lo que se dice. Aunque Guindos haya pillado un cargo. Muy aguado, por cierto.