Al contrataque

Rematando a los muertos

Trillo negó cualquier responsabilidad en el siniestro del Yak-42 con un discurso altivo que ahora solo puede ser calificado de repugnante

El entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, y su homólogo turco, Vecdi Gonul, pisan los restos del Yak-42 , en el monte Pilav, el 27 de mayo del 2003.

El entonces ministro de Defensa, Federico Trillo, y su homólogo turco, Vecdi Gonul, pisan los restos del Yak-42 , en el monte Pilav, el 27 de mayo del 2003.

CRISTINA PARDO

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Federico Trillo siempre ha sido un tipo siniestro. Era el emisario del PP para esos trabajos que se hacen entre bambalinas: destituir a este o empujar a dimitir al otro, ofreciendo contrapartidas bajo manga. Incluso diseñaba las estrategias judiciales encaminadas a espantar la sospecha de la corrupción. Siendo un tipo tan religioso, sorprende la ausencia de compasión en la gestión del accidente del Yak-42, que en el 2003 causó la muerte de 62 militares españoles cuando volvían de Afganistán. Incluso Bárcenas llegó a declarar ante el juez que le dio a Trillo dinero negroTrillo para pagar la defensa de los mandos militares imputados. El exministro negó hasta la saciedad cualquier responsabilidad en el siniestro con un discurso altivo que, tanto tiempo después, solo puede ser calificado de repugnante.

El Consejo de Estado, presidido por el Partido Popular, acaba de dictaminar por unanimidad que el Ministerio de Defensa que dirigía Trillo sí tuvo responsabilidad en el accidente aéreo. El avión no estaba en condiciones –sostiene este organismo–, Defensa lo sabía y no hizo nada por evitarlo.

En los meses posteriores al siniestro, tuvimos que escuchar a Trillo decir que el transporte era «confortable», que todo se había hecho bien y que convenía dejar de jugar con el dolor ajeno. Seguro que él tuvo acceso a la misma, si no más, información que el Consejo de Estado. Por lo tanto, mintió o, siendo piadosos, minimizó lo ocurrido e hizo lo posible por taparlo cuanto antes con el fin de salvaguardar su –este sí– confortable sillón político.

Una sentencia judicial confirmó además en su día que los cuerpos de las víctimas se mezclaron, que hubo negligencias a la hora de identificar los cadáveres y que durante meses las familias de los muertos estuvieron velando a otras personas. A pesar de eso, Trillo fue premiado. Por la incapacidad que tiene Mariano Rajoy para decapitar a los leales, probablemente se le ocurrió que un alejamiento ya era en parte una reprimenda. Y le mandó a sufrir a una zona exclusiva de Londres. 

El presidente del Gobierno ha despachado el informe del Consejo de Estado alegando que no lo había leído pero que, en todo caso, el accidente del Yak-42 ya fue «sustanciado judicialmente» y que ocurrió «hace muchísimos años». Ni una palabra para las familias.

 el informe del Consejo de Estado

FALTA DE ESCRÚPULOS

La actual ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, tiene en su mano la oportunidad de hacer las cosas mejor, dando algo de aliento a los que perdieron a sus seres queridos. Muy mal se le tiene que dar para hacer bueno a Trillo. Negar la precariedad del Yak-42 y acelerar una repatriación metiendo aleatoriamente los cuerpos en ataúdes es una atrocidad y denota una falta de escrúpulos casi insuperable que, desde luego, no vale una embajada.

María Dolores de Cospedal,precariedad del Yak-42 no vale una embajada