ANÁLISIS

Relato salvaje

DAVID TORRAS

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Damian Szifron podría haber incluido una séptima historia en su excepcional 'Relatos salvajes', una película sobre la venganza, ese instinto que mueve a los hombres a hacerse daño. Sería un episodio de rencores, de desengaños, de falsedades, de hipocresía, de disputas de egos entre quienes un día se hicieron pasar por amigos, una historia que como la de Szifron tiene momentos macabros, que dejan en muy mal lugar a algunos de los protagonistas y que, al mismo tiempo, al final tiene un aire de humor negro por el ridículo en el que quedan los responsables del inicio de este episodio. Un relato salvaje en el que los que más han sufrido han acabado pasando por encima de quienes han querido pisotearles.

Ayer, 17 familias respiraron aliviadas y se sacaron de encima un peso que llevaban arrastrando cuatro años. Más allá de la desestimación de la demanda, la sentencia refuerza la idea de que hay muchas partidas sujetas a la interpretación. La cuestión, y ahí está la clave de todo, es que no hay argumentos contundentes que la justifiquen. El origen de todo es una interpretación malintencionada, impulsada desde el rencor. Las cuentas se hicieron con la calculadora enfocada en una dirección, igual que la asamblea, retratada por el voto en blanco de Rosell que en el fondo no lo era. Antes, desde el club ya habían salido unas cuantas facturas de Laporta ni que fuera de pollos a l'ast, bajo ese estilo de lanzar la piedra y esconder la mano, que tanto vale para una moción como para poner a parir a Guardiola.

La primera decisión de Rosell como presidente fue ir a pedir disculpas al presidente de Extremadura, en un gesto de reacción a un acto de Laporta y que marcó el trazo que iba a seguir su política, más pendiente de mirar atrás con ganas de pasar factura que de reafirmar su obra de gobierno. Y en esos primeros días, internamente, ya se empezó a gestar la reformulación de cuentas encaminada a justificar la acción de responsabilidad, que más de uno ya tenía entre ceja y ceja casi como parte del programa electoral. El secreto donde también estaba Catar.

En estos larguísimos cuatro años, algunos han tratado a los demandados como condenados. Son los mismos que silencian o escriben con letra pequeña, que es la que no se lee, la sentencia ordenando el ingreso en prisión de Núñez. Es el doble juego que ayer se les volvió en contra y les obligaría a pedir una larga lista de disculpas. No lo harán.

El Barça ha dejado en el aire la decisión de recurrir la sentencia. Quiere escuchar a los abogados y estudiar el siguiente paso con calma. Ayer, además, no estaba Faus, el responsable de las cuentas que el juez ha tumbado. Pero, de hecho, la directiva no debería sentirse legitimada para presentar el recurso por sí sola cuando el argumento que utilizó reiteradamente para no retirar la demanda era que obedecía a un mandato de la asamblea. Así que ahora tocaría volverle a preguntar al socio si quiere seguir adelante con un proceso que ha castigado socialmente al Barça y donde ya se ha pronunciado un juez como reclamaba Bartomeu. No parece que dijeran que sí. Recurrir solo haría que reforzar ese deseo de venganza y prolongar este durísimo relato salvaje.