El relato de los grandullones

JORDI PUNTÍ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Estos días, mientras los medios se centran en los isquiotibiales de Iniesta y el ligamento colateral interno de Messi, se juega en Inglaterra el mundial de rugby. Silencio. ¿Por qué aquí no llega el griterío de los millones de seguidores? Quizá habrá que esperar a las semifinales..., o ni con esas. El fútbol se lo come todo y no parece que en el día a día de la agenda deportiva haya lugar para una nueva afición. Y sin embargo no existen deportes que sean tan abiertos, donde uno puede ver duelos de primer nivel entre países como Tonga y Namibia, Gales y las islas Fidji, Samoa y Escocia. Hace unos días Japón ganó por sorpresa a Sudáfrica con un juego arriesgado, que buscaba los espacios, y los entendidos contaron que su entrenador, Eddie Jones, se inspiró en las teorías de Pep Guardiola. Quién sabe, me atrevo a fabular, si en una Catalunya independiente, con Barça y Espanyol fuera de la liga, los niños perderían el interés por el futbol y se lanzarían a jugar a rugby... El carácter existe y Francia está a menos de 200 kilómetros.

Una tradición no surge de la nada. La prueba es que casi no tenemos literatura sobre rugby. Hace unos años se publicó Canvi de peu, de Jordi Homs, una novela notable, hoy convertida en libro de culto, y alguien debería traducir esa maravilla llamada This sporting life, de David Storey (rugby y clase obrera: ¿quizá Kiko Amat aceptaría el encargo?). Hace un par de años, el editor Llibert Tarragó, seguidor del rugby francés, me recomendó esta perla: La Confrérie des gros (La cofradía de los grandullones). Publicado en 2011 por el diario L'Équipe, recoge confidencias, anécdotas e historias de una serie de pilares y talonadores. Las opiniones de los jugadores de la primera línea de la melé, que es donde empieza todo, son una buena guía para el momento que vivimos. Los que hemos jugado al rugby -aunque fueran cuatro días y de forma amateur-, los que nos hemos revolcado en el barro y sudado en una melé, sabemos que se trata de un deporte que exige un relato épico: civilidad, igualdad, entusiasmo. Y de vez en cuando un hematoma.

TEMAS