El Reino sigue Unido

Escocia seguirá formando parte del Reino Unido. Así lo han decidido los escoceses en un referéndum histórico que culmina la labor de un inagotable Alex Salmond, líder del Partido Nacionalista Escocés y ministro principal de Escocia, que aspiraba a una independencia que por ahora no será.

Con este resultado muchos, en Londres, Bruselas, e incluso en Washington, respirarán tranquilos. La visión de una Europa fragmentada recorría la espina dorsal de muchos en aquellas capitales. Una excepción será David Cameron. No pasará a la historia como el primer ministro que perdió Escocia, pero sí como el dirigente que, involuntariamente, alteró el mapa político y la estructura del Reino Unido. En primer lugar, deberá pagar la factura de mayores competencias que le pasará Salmond y luego responder a las reclamaciones autonomistas de varias regiones que se sienten agraviadas. Al final, puede resultar que el Reino Unido acabe convertido en un Estado federal.

Más allá del histórico resultado y de sus consecuencias, merece destacarse la altísima participación. Los escoceses, pese a la indecisión hasta la hora de la verdad de una parte importante del electorado, sabían que era mucho lo que estaba en juego. No solo dejar o seguir en el Reino Unido. Era su futuro en un mundo donde los riesgos y desafíos no hacen otra cosa que aumentar.