Ciencia ficción y política en América Latina

El reino de Oz

El primer 'telepresidente' de México ofreció una telenovela nacional que pronto se topó con la realidad

El reino de Oz_MEDIA_2

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JUAN VILLORO

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Tom Disch, visionario de la ciencia ficción, afirmó que la publicidad es el cuento de hadas de la sociedad moderna. En la compra de un yogur te prometen un palacio. Un territorio fantástico donde los beneficios no provienen del esfuerzo sino de la milagrosa acción de una marca.

En América Latina el inconsciente colectivo está cada vez más determinado por los anuncios y las telenovelas. Millones de personas orientan su comportamiento a partir de fórmulas televisivas. Lo peculiar es que esta subordinación psicológica también atañe a quienes pretenden guiar los destinos de una nación. Enrique Peña Nieto surgió como el perfecto telecandidato mexicano. Un hombre atractivo, de peinado imperturbable, que aun cuando improvisa parece que está leyendo un 'telepronter'. Casado con una conocida actriz, no tuvo ni que acercarse a la gente para ganar las elecciones. En la sociedad del espectáculo, Peña Nieto triunfó como quien desempeña un papel.

¿Qué clase de mentalidad respalda sus decisiones? A fines del 2011, Jacobo García, corresponsal del diario 'El Mundo', le pidió que mencionara tres libros que lo hubieran marcado. Peña Nieto fue incapaz de hacerlo. Lo más grave no parece ser su incultura ni la falta de reflejos políticos para disponer de una respuesta preparada por sus asesores, sino la estructura misma de su mente. Con toda probabilidad podría haber mencionado 20 telenovelas o 50 títulos de películas. La cultura de masas es la nueva memoria impersonal. ¿Cómo afecta esto a quien guía los destinos ciudadanos? Estamos ante un caso fronterizo que merece un detenido análisis.

Un nivel cultural en duda

No se le puede pedir a un mandatario que lea mucho. Su cargo es refractario a la capacidad de dudar y aceptar contradicciones, efectos básicos de la lectura. En su espléndida novela 'Una lectora nada común', Alan Bennett plantea lo que sucedería si la reina de Inglaterra se volviera adicta a los libros. En efecto, abdicaría.

Lo que está en juego en el caso de Peña Nieto no es su nivel cultural, sino su peculiar acercamiento al mundo. Después de hacer campaña en aviones privados y hablar en asambleas tan controladas como una película, planeó reformas en los apartados salones del poder. Al ofrecer su primera declaración patrimonial, tanto él como varios miembros de su gabinete revelaron tener propiedades por 'donación'. Los ciudadanos deben comprar o heredar una casa. Los políticos pertenecen a otra lógica, la economía de la dádiva donde los inmuebles se regalan. ¡Bienvenidos al nuevo reino de Oz, donde se cumplen las promesas de la publicidad y los cuentos de hadas!

Tráfico de influencias

Mucho se ha hablado en los últimos días de la 'Casa Blanca', la mansión de unos siete millones de dólares propiedad de la primera dama, Ángelica Rivera. Ese predio perteneció antes a la constructora Grupo Higa, compañía a la que Peña Nieto favoreció desde sus tiempos de secretario de administración en el estado de México y que se expandió notablemente durante su gobernación. Curiosamente, la licitación del tren rápido a Querétaro fue a dar a esa empresa (la misma que prestó a Peña Nieto aviones privados durante su campaña a la presidencia). Aunque el presidente no sea el dueño directo de la 'Casa Blanca', no es difícil suponer una relación de tráfico de influencias (sobre todo tomando en cuenta que la 'donación' es un recurso de apropiación aceptado por su gobierno).

En una declaración en YouTube, dicha en el tono de falsa intensidad de las telenovelas, Rivera asegura que compró la propiedad con el dinero que le dio Televisa, empresa en la que trabajó 25 años y con la que dejó de colaborar en el 2010. Para quienes no vivimos dentro de un anuncio de televisión, resulta poco creíble que una actriz reciba una liquidación tan espectacular. En caso de que hubiese sido así, seguramente le ayudó estar casada con el mandatario que ajustó la reforma del sector de las  telecomunicaciones a los íntimos deseos de Televisa.

La insensibilidad del presidente de ir a China en un momento de crisis nacional y la respuesta de Rivera, en la que se muestra ofendida y habla como quien 'se digna' a dar explicaciones que, según ella, no tendría por qué ofrecer, pertenecen a la lógica de quienes viven en una evanescente irrealidad. La promesa de vender la casa equivale a la de cambiar de plató. Todo se arregla alterando el guion o la escenografía.

Peña Nieto es el primer 'telepresidente' de México. Sus reformas ofrecieron una nueva telenovela nacional, pero demasiado pronto se le atravesó la cruda realidad. Para sobrevivir tendrá que salir de la pantalla y enfrentar lo que está afuera de ella: un país dolorosamente verdadero.