Regreso al pasado: La enseñanza de la religión y otros debates medievales

SISCU BAIGES

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Es frustrante contemplar cómo, periódicamente, resucitan viejos debates que quisiéramos y, incluso, creeríamos superados. Son aquellas cuestiones absurdas, injusticias que consideramos que el progreso de la sociedad ha dejado atrás pero que, desgraciadamente, reaparecen por sorpresa.

El racismo está vivo en Estados Unidos aunque tienen un presidente negro, al que han elegido en dos ocasiones. La homosexualidad está bastante asumida por nuestra sociedad, lo que no impide que, de vez en cuando, se produzcan agresiones contra parejas del mismo sexo o algún iluminado decida que hay que vigilarlas en el metro de Madrid. Tenemos a Francia por un país avanzado en materia de libertad sexual y, en cambio, millones de franceses han salido a manifestarse contra el matrimonio homosexual.

La recuperación del papel de la religión cristiana en el temario evaluable de Primaria y la ESO pertenece a este tipo de debates. La audiencia de las tertulias sube si se defienden posiciones radicalmente opuestas. Por ello, necesitan tertulianos que defiendan argumentos e ideas que ya deberían estar descartadas por el progreso de nuestras sociedades. Recuerdo cuando mi padre aceptaba participar en programas donde precisaban a alguien que osara defender posiciones machistas. Lo engañé un par de veces para hacer un favor a compañeros periodistas que se desesperaban buscando a alguien que respondiera a ese perfil.

¿Cuándo podremos dar por enterrada la persistencia de la Iglesia católica en influir en el sistema educativo? ¿Y cuándo dejarán los gobernantes de ponérselo lo fácil? El problema es que nos obligan a perder tiempo y energías en unas discusiones que un día u otro desaparecerán porque se impondrá la lógica de la laicidad social. Pero, mientras tanto, ¿tenemos que rebajarnos intelectualmente para discutir si los niños deben rezar en clase o si unos maestros tienen derecho a explicarles que si no creen en un Dios nunca serán felices ni buenas personas?

Da mucha pereza. Pero al mismo tiempo, si miramos el mundo que nos rodea, nos encontramos con injusticias y arbitrariedades de todo tipo. El fanatismo religioso tiene concreciones mucho más aberrantes que las que publica el ministro Wert en el Boletín Oficial del Estado. Desde las acciones brutales del Ejército Islámico al creacionismo tan difundido en Estados Unidos.

De vuelta a casa, pasa lo mismo con los catalanes independentistas que dicen que han desconectado de España y los catalanes que, hartos de la abrumadora presencia mediática, del "proceso", optan por desentenderse del tema y hablar de cualquier otra cosa.

Desconectando de la realidad renunciamos a mejorarla. No queda otro remedio que arremangarse y mojarnos en todos los debates. Aunque nos reviente tener que participar en algunos en los que sabemos que el simple paso del tiempo nos acabará dando la razón.

Un buen día mi padre me dijo que se había hartado de hacer el papel de machista. Y nunca más volvió a hacer ese papelón.