'Roda Convergència y torna a Mas'

Para mirar al futuro tal vez se necesita alguien con menos pasado

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC.

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC. / periodico

Neus Tomàs

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Artur Mas se queda. No pretende ser una crítica ni tampoco una alabanza. Es un titular a modo de descripción de cómo enfoca Convergència su futuro inmediato. Mas seguirá de presidente y eso significa que en la nueva etapa que el partido pretende abrir a partir de este fin de semana mandará quien lo hacía hasta ahora. Para ello ha elegido a Neus Munté, seguramente la dirigente más respetada dentro y fuera de CDC, para formar tàndem. En los mentideros políticos se explica que Mas se queda al frente pero que su intención no es perpetuarse en el cargo y que si ha decidido quedarse es porque Carles Puigdemont no quiere mandar en el partido. La versión oficial es que el ‘president’ pretende hacer de ‘president’. Cierto es que trabajo no le faltará si quiere cumplir con el compromiso de llevar a Catalunya a la independencia en...11 meses. Para intentarlo, antes tendrá que superar la cuestión de confianza y pactar unos presupuestos con Esquerra, un socio cada vez más crecido, y asegurarse los votos que le faltarán para aprobar las cuentas.  

En la pirámide de mando convergente, tras Mas y Munté si situarán una docena de dirigentes, a modo de apóstoles, de los cuáles uno actuará como tercero en el escalafón. Está por ver si la denominación del cargo será la de secretario general o se le bautizará con otro nombre. Las apuestas siguen abiertas a la espera de que se resuelva la pugna entre las distintas familias para resolver quién será el elegido. Jordi Turull sigue en la terna pese a haber perdido posiciones. La cantera municipal, desde la Seu d’Urgell a Mollerussa pasando por Solsona, Igualada o Molins de Rei, y los nombres del presidente de la Associació Catalana de Municipis, Miquel Buch, y del ‘barón’ del Bages, David Bonvehí, están en las quinielas.

El objetivo de este nuevo equipo es soltar lastre de etapas pasadas e intentar que en el imaginario colectivo la marca CDC (o el nombre que se elija para sustituirla) no se asocie a los Pujol, el ‘cas Palau’ o el 3%. Que en la hemeroteca no aparezcan fotos suyas con Fèlix Millet ni presidiendo actos al lado del fundador del partido. Una nueva generación para intentar la remontada. En esta estrategia, el nombre de Munté puede ser un activo. Encarna el perfil progresista de una formación que intenta mostrarse más moderno pero que esta misma semana ha votado en el Parlament en contra de una resolución presentada por ERC en la que se reclamaba no renovar los conciertos a las escuelas que segregan a los alumnos por cuestión de sexo. Los diputados convergentes tumbaron la petición con la ayuda del PP y Ciudadanos.

Del mismo modo que Munté puede ser un revulsivo está por ver si Mas no acaba restando. Es un referente para la militancia e incluso un mártir de su causa pero tal vez para mirar al futuro se necesita a alguien con menos pasado.