Un pacto que nos avergüenza

PEDRO SÁNCHEZ

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A finales de agosto de 2015, la crisis humanitaria de los refugiados que llegaban a Europa alcanzó de lleno a todas las instituciones europeas, gobiernos nacionales y opinión pública. Las imágenes de la muerte y la desesperación conmovieron conciencias y nos obligaron a reaccionar a todos, aunque entonces ya fue demasiado tarde.

Desde entonces, y a pesar de las numerosas resoluciones, cumbres y acuerdos que pretendían solucionar los conflictos en origen, la distribución de refugiados y avanzar en una legislación común de asilo europea, la situación no ha hecho más que empeorar. En 2015 llegaron 1.350.000 personas a las costas griegas e italianas huyendo de la guerra, la persecución y la destrucción, principalmente procedentes de Siria, Libia, Irak y Afganistán. Y no debemos olvidar que miles de hombres, mujeres, niños y niñas no llegaron porque perecieron en el Mediterráneo o en el Egeo en su intento desesperado de buscar una vida mejor, o simplemente de una vida.

Europa está ante la peor crisis humanitaria desde la segunda Guerra Mundial, y hasta ahora se ha mostrado incapaz de estar a la altura, incapaz de remediarla. Así, observamos con desazón cómo de los 66.400 refugiados procedentes de Grecia que la Unión Europea iba a reubicar, solo se han hecho efectivas 325 reubicaciones. En cuanto a España, solo se han reubicado 18 de los 17.680 refugiados que el Gobierno se comprometió a acoger en nuestro país.

El acuerdo al que llegaron el pasado lunes los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE con Turquía, que acoge ya a 2 millones de refugiados sirios, implicaría devolver a este país a todos los refugiados que lleguen a las costas griegas, aceptar un mecanismo diabólico de reasentar a un sirio en la UE por cada sirio readmitido por Turquía a cambio de incrementar las ayudas a este país, incrementar los reasentamientos en los Estados miembros, no exigir visado a sus ciudadanos y avanzar en el proceso de adhesión.

Yo me opongo con todas mis fuerzas a los términos que establece este principio de acuerdo entre la UE y Turquía porque es inmoral y también parece ilegal. Inmoral porque va en contra de los principios y valores fundacionales de la Unión Europea, que hay que recordar que son el respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto a los derechos humanos. Sencillamente, no se puede externalizar la crisis de los refugiados, no podemos regatear con vidas humanas que tienen la misma dignidad que el resto de seres humanos, no podemos deportar en masa a los refugiados que legítimamente tienen derecho de asilo por intereses electoralistas, por incapacidad, por miedo o simplemente por puro egoísmo.

Y este preacuerdo podría ser ilegal porque va en contra de los tratados internacionales en materia de derechos humanos que recogen el derecho de asilo, como la Convención de Ginebra de 1951 y del Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados, así como la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

Los socialistas europeos siempre hemos estado a favor de avanzar en el proceso de integración de Turquía en la UE, pero no estoy de acuerdo en que se haga de esta manera. No a cambio de subcontratar la crisis de refugiados y sin mencionar ni siquiera la situación preocupante de violaciones de las libertades fundamentales que ocurren actualmente en este país.

Soy consciente de la gravedad de la situación y que debemos alcanzar un acuerdo con Turquía para poder solucionar conjuntamente esta crisis. Por ello espero e insto a todas las instituciones europeas y todos los Estados miembros (en especial a España) a estar a la altura de las circunstancias, a que acojan a los refugiados que se comprometieron a reubicar en sus territorios, y a que reformulen el acuerdo con Turquía para que no nos avergoncemos (más todavía) de la deriva de la Unión Europea.

Tenemos una semana para cambiar este acuerdo. El Consejo Europeo del 17 y 18 de marzo no puede aprobar este pacto de la vergüenza.